Primer encierro de San Fermín 2024. La Feria del Bobo

Si alguna vez alguien tiene la más remota duda de que los toros hoy, y especialmente los preparados para la supuesta Feria del Toro, se seleccionan en base a su nobleza, y no fiereza, generando un psicotipo taurino idiota y, en definitiva, buscando un comportamiento lo más absolutamente bobo, que se ponga el final del encierro de hoy, 7 de julio de 2024, con seis bobazos de La Palmosilla.

Llegaban al ruedo tras una carrera típicamente tediosa (si fueran a las cuatro de la tarde, los encierros pamplonicas desbancarían al Tour como precursor y acompañamiento predilecto de la siesta de los españoles) aunque, al menos, lo suficientemente espaciados tras la curva como para permitir que unos cuantos de una muchedumbre de camisetas multicolor pudieran "coger asta", despuntada, eso sí. Pisaban el ruedo dos de los tres últimos toros, uno castaño y uno negro, se paraban frente a la puerta de corrales e iniciaban la circunvolución del ruedo. Daban dos vueltas y media en sentido antihorario y otra media siguiendo las manillas hasta que un periódico y un capote lograban fijarlos y encerrarlos. Dos toros de lidia, terror y seña de España, recorrían el ruedo dando lástima. Tenían frente a sí a una muralla multicultural, las tablas no eran de madera, sino de carne de guiri, y lo ignoraban. Era como ver que el animal bravo, propio de lo español, ejemplo de su carácter, se mostraba indolente, pasivo, sumiso ante todo estímulo exterior: palmadas en el lomo, cruces de personas con pantalones arremangados, caídas, cites... Era como ver a nuestros políticos. Podrían haber seguido dando vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas, y nada hubiera pasado. La Feria del Bobo se consagraba así por la mañana y por la televisión.