miércoles, 18 de octubre de 2023

Carta a Plaza 1

Estimados señores Casas (o Domb) y Garrido:

Sospecho que si me conocieran la mitad de lo que les conozco yo a ustedes, que es menos de la mitad de lo que me gustaría, podrían tildarme de aficionado desvergonzado, aunque honrado, pues declaro dirigirles esta misiva tras haberme desgañitado en la plaza pidiendo su dimisión y haber ovacionado pancartas "tercermundistas" que lo solicitaban. He de confesarles que al escribirles siento como si el arte se arrojara desesperado a cartearse con la ciencia, el agua con el aceite, u Orfeo con una Eurídice ya perdida en el inframundo, pero, ante la situación en que se encuentra Las Ventas, no atisbo otra alternativa. Sepan también que esta epístola es en nombre propio, aunque seguramente, y así lo espero, otros aficionados de Madrid la suscribirían.

Con las cartas sobre la mesa, trataré de exponer brevemente cuál es la actual situación de Las Ventas, para que comprendan el objeto de este escrito.

Madrid está perdiendo su idiosincrasia. Ustedes lo saben, estoy convencido. A cuentagotas, a sorbos, y, a veces, en tromba (o trompa), se está disipando la identidad venteña y, como por metempsicosis, el edificio va reflejando esa pérdida en forma de desconchones, y de ladrillos o adoquines arrancados, dañados, o desaparecidos. Una sangradura agravada por la liberalización de precios, algo no plenamente achacable a ustedes, que ha derribado la monumentalidad gallista y popular de la plaza para erigir sobre ella una Fiesta selecta, liberalia y à la mode. Los aficionados convenimos en que la idiosincrasia de la plaza de Madrid se viene corrompiendo desde hace años, pero, con ustedes al frente de su gestión, asistimos a un proceso de degradación acelerado. Permítanme, con sencillos ejemplos, contarles cómo Madrid se va perdiendo cada vez que:

- sale un toro mutilado, con cuernos de merengue acicalados por un barbero,
- se aprueban toros que son toretes o toritos, animalejos para poner encima del televisor, como disneyficados,
- se contratan ganaderías por su éxito en la selección por la bobaliconería y no la casta,
- se concede la vuelta al ruedo a toros absolutamente bobos de carril,
- se repiten el mismo encaste y los mismos hierros, sin mérito ni razón,
- hay baile de corrales, con una coreografía opaca,
- un sobrero de Sevilla hace de titular en Madrid,
- no se devuelve un inválido,
- se chifla a un manso, por manso,
- no se pica,
- el tercio de varas es un mero trámite,
- la corrida pasa de tres tercios a los dos medios de capote y muleta,
- la mayor ovación es para Florito,
- el procastinar de los mulilleros concede orejas,
- el reloj de los avisos corre más para los tiesos que para las figuras,
- se consiente un callejón abarrotado y andanadas vacías,
- hay más vivaespañas que palmas de tango,
- se oyen más bieeenes y menos miauuus,
- se ovaciona la moda de culerinas, bernadinas y revolquinas,
- un portero permite el paso durante la lidia a un hombre-pegado-a-un-gintonic,
- suena Nathy Peluso antes de que caiga el último toro,
- se facilita el botellón dentro de la plaza,
- se impulsa la conversión de Las Ventas en la Kapital del toreo,
- las colas más largas se forman para entrar a la discoteca y esperar al ascensor,
- se fomenta una desnortada ebriedad y se castiga la sobria exigencia,
- se deslegitima la queja legítima,
- se protesta porque se protesta,
- se obliga a practicar el silencio sevillano,
- todo gira en torno al gintonic y no al toro,
- el ansia de propiciar triunfos se impone sobre el rigor,
- el palco premia la mentira y la simulación,
- o, en general, se celebra lo simulado y se desprecia la emoción de lo verdadero.

Cada vez que pasa todo eso y que va pesando más lo divertido (el triunfo por el triunfo) que lo emocionante (lo de verdad), Madrid se va perdiendo.

Por ello, me gustaría ofrecerles, y de ahí que les escriba, tres sencillas propuestas, esto es, el número de Puertas Grandes de Julián más una, para devolver su identidad a Las Ventas:

1. La vuelta del toro de Madrid. El toro de Madrid es un toro íntegro, de pitones inmaculados, purísimamente demoníacos, que no se miden en centímetros, sino en megaNewtons [MN]; un toro rematado por todas partes, hasta por donde no haya toro, con todo el trapío que quepa en su volumen, aunque desborde su presencia el ruedo y llegue en forma de pavor y asombro a los tendidos; un toro aterrador y admirado como el minotauro del grabado de Picasso, un señor toro, qué cojones, con perdón, el señor Toro, Rey de la Fiesta. Esto es, el animal, y casi lo único, que hoy en día nos permite distinguir nítidamente lo que está bien de lo que está mal, lo que tiene valor de lo que no, lo que se recuerda de lo que se olvida, es decir, aquello que da sentido a eso que viene llamándose Tauromaquia: el Toro de Lidia. Y no el toro de Arte, de Carne, de Fálaris, de Fuego, de Guisando, de Peluche, de Rodeo, o de Wall Street. No, el Toro de Lidia. Ahora bien, quiero ser comprensivo con las dificultades que se apuntan desde los púlpitos oficiales de lo taurino, y dando por cierto el mantra de que "no hay toros en el campo", animo a que sus recientemente nombrados veedores recurran en su búsqueda del toro de Madrid a una mayor variedad de encastes y ganaderías, lo que conllevará una más amplia variedad de comportamientos y, por tanto, redundará en un espectáculo más rico en lo ganadero y en su audiencia. "Sin toro, no hay nada", reza el lema de la afición, que debería ser también el de ustedes.

2. El desmantelamiento de Las Ventas como discoteca de temporada. A partir de su declaración como espacio "únicamente taurino", es vergonzosamente triste que ustedes se dediquen con impudicia a transformar La Ventas en la Kapital del toreo y ofrecer un edificio Bien de Interés Cultural, de los pocos y mejores ejemplos del neomudéjar madrileño y situado en el Madrid 360 de Almeidón, para hacer felizmente botellón y alcoholizarse, para que el becario de Deloitte aginebrao pueda contarlo ahogando su resaca en el café mañanero en su espacio de networking, para que las bachilleres de clase acomodada puedan tener su primera experiencia sexualcohomáquica en los aireados baños del 7 alto, o para que la Fundación presuma a plaza llena de lo underground-punky-nacional de los toros. Y resulta todavía más increíblemente abyecto que traten de hacernos creer que, así, promoviendo y facilitando un consumo libre de alcohol, es la mejor manera aficionarse (a los toros). Es de auténticos irresponsables. Explíquenme cómo una joven universitaria que está metabolizando seis o siete cubatas puede enterarse de lo que acontece en el ruedo mientras su amiga la sujeta el pelo que se enreda en su vómito. O cómo van a evitar que un cosmopaleto que ha ido a ver a Roca y se halla en estado semicomatoso arroje algún día una botella de Barceló al ruedo o sobre la masa indiferenciada del tendido. Están logrando la sustitución del aficionado por el borracho, porque por cada borracho, se pierde un aficionado (el que lo sufre al lado), y se gana otro borracho (el que ocupará ese asiento al día siguiente). Honestamente, siento vergüenza al pedirles esto, pero, por favor, devuelvan el negocio del alcohol al toro. Las Ventas es el templo del toreo, no el templo de la locura.

3. Presidencias con independencia y rigor. Una cosa es tener presidentes eutímicos, de buen ánimo, y otra es que se animen por todo menos por la exigencia y el rigor. El presidente de Las Ventas ostenta una suerte de "doctrina de la excepción", siendo la última defensa que le queda a la plaza cuando todo lo demás se ha pronunciado, inclinado o derrumbado. Es genuinamente soberano y decide sobre lo excepcional. Más arriba hay numerosos ejemplos de la deriva del palco venteño hacia el triunfo efímero, el toro irreconocible, el tercio de varas irrelevante o el incumplimiento del Reglamento. Decisiones que están convirtiendo la excepción en norma y, por tanto, igualando por abajo todo lo que acontece. Esta deriva parece provenir de una falta de independencia y rigor, pero esto no es una certeza, sino sólo una intuición. La certidumbre la obtendríamos si ustedes pudieran responder a preguntas como: ¿por qué cuando hay figuras el toro baja? ¿Por qué se aprueban toros impresentables para Madrid? ¿Por qué se ignora el afeitado? ¿Por qué las actas de los reconocimientos veterinarios no son públicas? ¿Por qué se priva al espectador de la suerte de varas, episodio fundamental de la lidia? ¿Por qué no se devuelven los inválidos? ¿Por qué no se sanciona a los subalternos que hacen girar al toro para que caiga antes? ¿Por qué se consiente que los benhures mulilleros vaguen con parsimonia para ganar tiempo y propiciar la concesión de un apéndice? ¿Por qué se premian con la Puerta Grande actuaciones de ciertos toreros con "mando" cuando antes no pasarían de unos saludos en el tercio? Todo atufa a conchabo, negocios chirles y oligarquía taurina. Madrid necesita palcos y presidentes que sean independientes y tengan rigor. Es la manera de que la excepción no sea lo normal y pueda suceder lo verdaderamente excepcional.

Espero sinceramente que tengan a bien considerar estas propuestas. Creo que son razonables, están en su mano y que, en ningún caso, atentarían contra su legítimo interés en la obtención de beneficio empresarial. Comprendo que cuatro "frikis", "integristas", "lenguaraces', "faltones", y "tercermundistas" aficionados no alcanzamos a satisfacer su apetito económico, y, en cambio, sí lo hacen miles de cayetanitos, empingorotados seguidores de figuras y coleccionistas de acontecimientos. Empero, sin esa afición camparía a sus anchas el afán del público de embolingarse a base de triunfos sin rigor, y quizá es lo que ustedes buscan, pero, déjenme advertirles: cuando no hay exigencia, cuando todo se iguala hasta lo indistinguible, cuando todo es rotundamente relativo, todo tiene igual valor, todo vale nada, todo muere, también, la historia, lo que fue, y el futuro, lo que podrá ser. La igualdad (igual-da) es a la tauromaquia lo que el olvido a la memoria, y lo que el paso del tiempo al presente. Los toros en Madrid son de muchos y distintos, y no de unos pocos e iguales.

Por último, quiero pedirles una cosa que, pese a ir al final, no es menor. Por favor, no dejen a la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas de Madrid sin una corrida en el aniversario de la muerte de su promotor, Joselito El Gallo. Si no hay toros en Madrid un 16 de mayo, no debiera haberlos nunca. No vuelvan a cometer esa deshonra.

Un cordial saludo,

Leopolderías

jueves, 12 de octubre de 2023

La de la Hispanidad. Imaginaria primera vez de un joven un 12 de octubre de 2023 en el 7.


Reflexiones imaginarias de un joven que acude por primera vez a Las Ventas, al tendido alto del 7, un 12 de octubre de 2023:

Qué lío de pasillos, gradas, tendidos, altos y bajos, con la pedrá que llevo encima después del mañaneo con estos. "Almohadillas pa' la piedra", qué dice este personaje búmer. Bro, que estamos en el 8 y tenemos que ir al tendido 7-alto. Joder, otra vez a puto andar más, con lo que pesa el Seagram's con los hielos, que tengo los dedos morados, y no del frío. Espero que haya suficiente alpiste, que me han dicho que esto dura dos horas y pico y que las copas aquí son a 12 pavos. Ya podría inventarse Pedro Sánchez un bono-copas cultural para jóvenes. Si lo hace, lo voto.

Estamos dentro. A ver si este nos dice dónde tenemos que sentarnos. Tú, tú, tú, dónde va este, que es por aquí. Vaya mierda lleva mi colega, yo creo que aún me mantengo como Mariano en el banquillo del Madrid. Vale, aquí es, el 15, no me acuerdo de qué fila. No me jodas, me toca solo encima de los demás. Bueno, me quedo yo con el tema y así no paso sed. Pues no decían que los toros estaban acabaos, si estoy más apretao aquí que un sábado en La Que Faltaba. Qué de peña, está todo petao. Se conoce aquí todo el mundo o qué. Hala, salen dos caballos, eso es que esto ya empieza, pero no se sienta ni Dios, a ver si va a ser como en el Bernabéu cuando el Buitre, que me lo ha contado mi padre y estaban todos de pie. Esos deben ser ya los toreros y mucha peña detrás. Hostia, el himno. ¡Vamos bros! Qué guapo. Como digo, hoy tenemos la "full facha experience". "¡Viva España!"

En lo que me echo un gin seguro empieza esto, que ya veo que no es a las seis en punto. Dos hielos o tres... Dos, que sube más. Coño, el toro. Dicen estos raros que está "regordío", y que tiene demasiados kilos para ser un "Garcigrande". No entiendo, si según dice mi colega el entendido pone que pesa 610 kilos, y dice que eso es mucho. Dan palmas, tres palmadas a la vez y luego otras tres, y así varias veces. Pues yo también. Espera que dejo el cubata, aquí, a ver si no se me cae. Ale. Palmitas, palmitas. ¿Quién torea este primero? Ah, El Cid. Campeador. Ah, que es al que han aplaudido antes porque "ha sido torero de Madrid" y nosequé de reapariciones. Ahora dicen que el toro está "flojo". Es verdad, si parece que no tiene fuerza. Salen otros caballos, esto no son los de antes. Bro, ¡que va el toro, tú! ¿Dos veces? "Dos picotacitos arriba", dicen, y "que sale suelto". Voy a darle al gin que estos van on fire y luego tenemos jaleíto en la terraza con las del Mater. Uy, un tío con las banderillas se ha tenido que apoyar en el toro y no lo ha cogido de milagro. "Curro Robles, era". Ahora se queda solo el torero. Olé, El Cid, a mí me parece que lo está haciendo bien. Los voceras de por aquí no aplauden nada y farfullan cosas como: "un inicio con gusto, suavidad y temple, pero sin toro". Cierto que el toro parece que se tambalea a veces. Sigue toreando este. "¡Qué emoción, Cid!", grita uno. Qué risa, bro. Aquí no se callan, yo pensaba que esto se veía callao. "Todo muy templado, pero a media altura y en línea... Con la izquierda no parece El Cid... Ha perdido el sitio, perfilero y desajustado... Da lástima ver a este torero con semejante blandiblú... ¿Para qué has vuelto?". Bro, esto no sabía que era así, con todo el mundo hablando, ahora lanzo yo también una voz: "¡En tu sitio!". Se mean estos cabrones. Un poco más de gin. Gin, gin, gin. Hostia tú que se ha tirado con la espada, flipas. "Muy trasera", y otra vez esas palmas. Las mulillas son para arrastrar al toro. Alguno se acuerda de Morante y de lo que podríamos haber visto con este toro. Ahora nos volvemos a levantar, pos oc. Coño, un pasodoble, "Bosco, como en las fiestas de Majada, ¿te acuerdas, bro?"

Del segundo toro dicen algo así como que es "otro Garci alto, degollado, con carita y contrahecho". Qué de vocabulario. Yo sólo veo que no es negro. Vuelven las palmas de antes. Este es el Talavante, a este sí lo conozco, que es amigo de Sergio Ramos. Un hombre con prismáticos (menudo freak) me dice que está en el callejón. Buah, a este hasta yo veo que no lo han picado, y cómo ha clavado los cuernos en la arena, qué pena de animal. Me meo de risa, dice un viejo que "parece que el picador se está tomando la temperatura con la vara". Otra caída del toro, a plomo con otro torero que no sé por qué está ahí, si no es su toro. ¡Hombre! Al fin aplauden algo por aquí los amargaos estos, unas banderillas de un tal Fini. Voy a aprovechar y echarme otra copilla. Qué coñazo esto tú, si el toro no puede con su alma. “¡Toooro, toooro, toooro!" chilla la tropa de enteraos. Mi colega dice que faltan al respeto. No sé, libertad de expresión, bro. "Con menos clase, como dicen los taurinos, que el anterior. Ay, Tala, ¡mata ya a ese semivivo!". ¡Ha metido la espada hasta dentro! Pero, "pescuecera, lo ha degollado". Lo entiendo, lo entiendo. Pues más palmas con esta gente, que ya me han dicho que son para protestar.

"¡Viva España!" "¡Viva México!" Que torea un mexicano, Fonseca. Cuentan que este toro es de otra ganadería, de Cortés, y que ojalá saliera como los mansos del otro día. Lo protestan mucho: "¡vaya novillo!" Toma el gin, pesao, que ya verás luego el follamiento de oreja que le pegas a estas. Tú, de rodillas el chaval, "una larga cambiada". Se va al otro caballo, al que está más lejos y lo pica. Ahora se viene al de aquí, y lo pica también. Oigo un "crudo se deja al toro" y un "¡hay que picar!". ¡Pero qué movida ha hecho este chaval! Voy a aplaudir. “Quite por saltilleras, rematado con una gaonera y una revolera". Ahora aplauden normal, ¿a qué? "La lidia de Raúl Ruiz y el par de Juan Carlos Rey". No estaba atento, no sé. Voy a cargarme un poco más esto, aunque me están entrando ganas de mear. ¡Que ha brindado a la Infanta Elena! ¡Froilán, Froilán, Froilán! Qué guapo, bro. Ya verás cuando se lo cuente a los de la uni el lunes, se apuntan todos fijo. Qué hace de rodillas el torero. Qué ha hecho, buah tú, me pongo en pie. Ostras cómo se le acerca el toro corriendo como el Vini, y el tío está ahí quieto. Joder, tú, experto, ¿aquí nadie aplaude o qué? Me escucha un señor, y me explica: "Fonseca está siendo generoso enseñando al bravo torito en la distancia sideral, pero deja una distancia igual de grande entre él y el toro, y se lo manda lejísimos al final del viaje. Lo ha hecho todo con la derecha y, cuando ha cambiado a la izquierda, su labor ha empeorado. Lo que tenía este joven de César Rincón parece que se lo han arrinconado en lo más superficial. Mira, va a matar. Ahora, silencio. ¡Vaya bajonazo! ¡Descarado!" Y vuelven las palmas de protesta y muchos aplauden al toro. "Una maquinita de trotar y de embestir".

Vaya chapa me ha soltado el tío este. Están estos que se salen a mear, yo creo que aguanto una copa más. Va, luego iré yo. No sé ya en qué toro estamos. "¡Vaya sardina con cuernos!". Empiezo a ir perjudicao. Aplauden ahora al picador, Mario Benítez, o algo así, y otros se cabrean por no sé qué de que no han visto al toro, que parecía bravo en el caballo. Me cago en diez, si está ahí y el que casi no lo ve soy yo. Aplauden también a un banderillero, un tal Lili o Lipi. Voy a mirar WhatsApp, que tendré mil mensajes. El de los prismáticos dice que ha brindado a Joaquín, el del Betis. Qué grande. Puto Instagram, que no se carga aquí. Aplaude toda la plaza a El Cid menos aquí donde estoy. Incluso hay uno que dice "¡aplaudí!", y la peña aplaude. Voy fino, bufff. Otra vez el chapas este: "Cid ha entendido muy bien la distancia que pide el toro, pero no llega al tendido porque no está cruzando la línea entre el des-toreo y el toreo. Por la izquierda todo por las afueras. Qué Cid es este. Y encima se encara con nosotros, ¡pero si le hemos sacado a saludar! ¡Torea y no te encares! Le gana el toro, otro Victoriano de alta movilidad sostenible, que se va con las orejas puestas. Un toro ideal para torear o des-torear. Ha matado de estocada caída y atravesada, tiene que descabellar. Chico, qué lote se habría llevado Morante. Aunque no sabemos si el Lili habría tenido esa suerte sacando las bolitas".

Me salgo a mear, no aguanto más, lo que tarda en morirse este toro. Dónde estará el baño. No, este es de tías. Joder, me meo encima. Ahí está, casi en el 10. Puf, estaba reventando. ¡Puertas cerradas! Va, dejadme pasar, que están mis amigos dentro y es la primera vez que vengo, va. Muchas gracias, jefe. A ver dónde era... Ya veo a estos mamones. ¿Otra copita o qué? Ésta sin hielos, a saco. Dicen que "mucha leña y poco culo" y yo digo que al contrario que la Kardashian. Qué pasa por ahí, qué alboroto. ¿En el 5, dónde? Ah, sí, ya. Tú, tú, tú que la tía le ha soltado dos mamporrazos, qué fiera. ¿Se los llevan? No jodas, ¿y a ella? Olé, claro que sí, a ella también. ¡Fuera, fuera, fuera! Igualdad para todos. Bueno, sigamos con la copa. Uf, se acaba el Seagram's... "Chaval, cuando en el ruedo no pasa nada, todo se va al tendido. Este Talavante no está, da la sensación de que ha venido a llevárselo crudo. No se pueden hacer las cosas tan desde, hacia y por fuera como este torero. ¡Y con otro toro móvil, dócil y obediente! ¡Qué más quieren para torear! Madre mía, qué bajonazo... ¡Baja esa mano, hombre! Parece que le ha dado un telele, mira cómo la menea, con qué nervio, tozudez, vibración...".

Qué ganas de estar ya en la terraza. Me han escrito estás y ya están fuera haciendo cola, que dicen que es kilométrica. El chapas sigue comiéndome la oreja, y yo, infame. Cómo van estos, chaval. Le gente nos mira mal, ridículos. "El último toro de la temporada resume perfectamente lo que ha sido, un año de toros, en su mayoría, impresentables y este, una vaca... ¡Toooro, toooro, toooro!... ¡Has picado en la penca del rabo!... ¡Hay que picar!... Otro toro que humilla, va largo, pero suelta la cara... Fonseca está sin comprometerse y, peor aún, sin mando... Vaya cogida... El toreo de rodillas enloquece al vulgo, que es muy de arrodillarse... Pobres toros de Victoriano, se han ido todos sin torear, siendo el toro-bobo, noble y hecho para romper a embestir en la muleta". Hostia el Ernes, qué hace encarándose con el tendido 7, se le ha pirado... "¡Borracho, borracho!" Voy que no voy... ¡Olé, olé, mexicano! ¡Viva la Hispanidad! ¡Yo soy conquistador, como Antonio Recio! ¿Se puede salir ya? "Cuando mate... Esa estocada atravesada, caída y perpendicular la va a escupir... Descabella a la primera, ya podéis salir".

A partir de aquí el pensamiento se nubla, pero anticipamos que estará fuertemente activado el cerebro reptiliano del joven.

domingo, 8 de octubre de 2023

VI de Otoño. Diálogo en el cielo sobre la tarde de un chenel y oro.


Diálogo transcrito por la imaginación a partir de unos símbolos en lengua torerística grabados en la chaquetilla chenel y oro de Borja Jiménez y hallados al llegar al hotel, tras su salida a hombros, posiblemente surgidos por el rozar del gentío que lo aupaba triunfal:

AFICIONADO (A).- Don Antonio, hoy uno actuaba en Madrid con su favorito, el lila y oro, y no vea la tarde que ha echado. ¡Debe sentirse usted muy honrado!
CHENEL (C).- [Fuma] Ya sabe que desde que estoy aquí [echa el humo], y no puedo estar en mi plaza, no me gusta verlas. Pero, cuéntame, cuéntame [echa más humo].
A.- Hoy eran los Vitorinos, señor Chenel. No han sido los de San Isidro, ni en presentación, alguno estaba asardinado, ni en fuerzas, sí lo han sido, en cambio, en su poca bravura en el caballo, pero qué seriedad, qué dureza y qué forma de resistirse a la entrega. Todos estarán ahora por el limbo y seguirán con su boca cerrada (dicen que ahí, en la dentadura, les guardaba Vitorino padre el óbolo para Caronte, porque no quería que nadie se las tuviera que volver a ver con ellos).
C.- [El cigarrillo humea entre sus dedos] Ya contaba Vidal que Belador no quería volver al corral, con lo que imagínate dejar a uno de esos suelto entre los muertos.
A.- Ni entre muchos vivos, que ya sabe que las figuras de hoy sólo los han visto, y muy poco, cuando han estado en su punto más dulce.
C.- [Tira la colilla, coge otra y asiente abriendo un ojo más que el otro, con la sien inclinada] Sí...
A.- Es que fíjese lo certeros que son. Al primero de la tarde, a pesar de sufrir de una notoria blandenguez agravada por una malísima suerte de varas, su casta lo ha mantenido fiero para el último tercio. Román, ese jovial gladiador valenciano, ha empezado bien con él, hallando el toque y la distancia justos, tragando muchas miradas, soportando un incomodísimo gazapeo y varios avisos, hasta que le ha robado un buen derechazo. Al querer ligarlo quedándose en el sitio, pero al hilo, ¡pum!, un pitonazo en el muslo y la sangre brotando. Con el torniquete en la pierna, el matador porfía por robarle algún lance más, pero la sangre pesa, y mucho. Aún así, cómo sois los toreros, el tío macho se ha tirado a matarlo, dejando una estocada defectuosa que ha permitido al segundo matador descabellar sin dificultad mientras se llevaban a Román hacia la enfermería entre aplausos.
C.- [La llama del mechero ilumina su mechón] Son toros muy duros para toreros muy listos. Qué bien los entendía El Cid, pronto y en la mano, chaval.
A.- Otro que vistió honrosamente como usted.
C.- Y tanto, cómo disfruté con él en Madrid [la calada es interminable].
A.- Y cómo habría disfrutado con el de hoy, Borja Jiménez, de Espartinas. La gesta es inmensa, triunfar frente a tres victorinos, señor Antoñete. ¡Que sólo ha toreado nueve corridas este año! Y la mayoría gracias a la Copa que lleva su nombre.
C.- [Sigue fumando] Eso tiene mucho valor. Aún me acuerdo de mi Julito en la tarde de su confirmación. Es difícil superar esa faena [apaga el cigarrillo con el pie y se recuesta de frente al otro]. Ve contándome, muchacho, que me distraigo.
A.- Perdóneme si mezclo algunos pasajes, porque ha echado Borja una tarde tan rotunda y variada que los recuerdos quedan ahora todavía como un magma que se tiene que solidificar.
C.- [Se enciende otro cigarro] Es que la verdad es lo que no se olvida.
A.- Cuánto se le añora a usted... Veamos, por dónde empiezo. Sabiendo Borja ya que tenía tres toros que matar, a su primero, una raspa, lo lidia con inteligencia. Primero, con un recibo capotero saliéndose a los medios y llevándolo encelado por bajo, y, luego, dejándolo perfectamente colocado las dos veces para el picador, que, no obstante, pica trasero. Blandea el toro en banderillas y se queda pegajoso en el capote de brega. No estaba nada claro el animal, y, quizá por eso, brinda a la Infanta Elena. El toro gazapea y el torero trata de ligar, cruzándose y tirando de él. Una serie por la derecha consigue que el toro se la trague entera, entre miradas de esas que paran los relojes y los marcapasos. Le consigue robar grandes derechazos sueltos, tragando mucho paquete. Se lleva la muleta a la zurda y, entonces, sucede. No sé cuántos naturales han sido, a cuál más largo, más cargada la suerte, más circular la trayectoria del toro y más puro en su quietud el torero, retazos sueltos, escalofríos, entre olés y el levitar sobre la almohadilla. Uno de ellos al final de la faena llevando toreado al victorino hasta el final como no se recordaba desde su admirado Manuel Jesús, por cierto, otro de Sevilla.
C.- ¿Ha rugido Madrid? [sonríe humeante]
A.- Se ha entregado, maestro.
C.- Cómo echo de menos ese rugido...
A.- Ha sido una obra completísima, su opus magnum: valeroso, firme y mandón por el complicado pitón derecho, y clásico, templado y profundo por el buen pitón izquierdo. Media estocada arriba y atravesadilla ha acabado con el animal, que sería la misma ejecución que dejaría a la postre en sus otros dos toros, con un descabellar acertadísimo. Oreja auténtica de Madrid.
C.- Me alegro mucho por el chaval y por Madrid, que se rinde como ninguna plaza a la entrega de verdad.
A.- Pues verá con lo que le cuente ahora. En el tercer toro, del mexicano y superado por las circunstancias Valadez, ha quitado Borja por templadas verónicas rematadas por una media antológica en la que numerosas almas se han acordado de usted.
C.- Así he sentido yo antes como un crujido en la cadera. Era eso...
A.- Sin duda. Ha resucitado usted en esa media.
C.- Seguro que ha sido mejor que la mía... pero, dime lo de los otros toros [apaga otro cigarrillo].
A.- El cuarto era como un demonio negro y largo con una guadaña purísima en el pitón izquierdo y con una fiereza agazapada para saltar en la ocasión propicia. Borja se va a por él con la muleta en la izquierda, sin probaturas, empezando despegado, como conociéndose. En la segunda serie coge confianza y tira bien del complicado toro, que le dice nones a una intentona de cambio de mano. Con la derecha lo templa, aunque en terrenos cómodos para ambos, toro y torero. Hacia el final, el matador se decide a atacar y da una serie de derechazos conduciendo toda la incertidumbre de la embestida hasta donde no había más. Coge el estoque y la izquierda y ruge Madrid con dos naturales lentísimos y larguísimos. Una faena a más a más, con un final inolvidable. Otra oreja, pedida en masa por el público, y la Puerta Grande abierta. Es que pienso y no creo que alguno de los mandamases de esto de los toros hoy día pueda empatar con lo que ha hecho Borja en sus toros. Maestro, créame que resultaba sorprendente ver a un hombre tan poco placeado obrar con la experta imperfección de un lidiador.
C.- Es que el toreo que se recuerda es así, imperfecto. Si el toreo es perfecto, no es toreo, es otra cosa, y se olvida.
A.- Lleva usted toda la razón. Y déjeme decirle lo cipotudos que son ustedes, los toreros. Qué héroes españoles se dejó fuera de su libro el liberalio Bustos. Mire, con el triunfo ya en la mano, se ha ido Borja a portagayola a recibir al último toro, respondiendo a la ejecutada por Valadez en el anterior. Si eso no es cipotudismo, hombría, que baje Dios y lo vea. Decía Pascal que la dicha y desdicha del hombre vienen de una sola cosa, el no soportar la quietud. Con actuaciones así, la afición tampoco aguanta el permanecer sentada y se levanta a aplaudir su media verónica en el recibo de capote y su sacar al toro del caballo con un remate torerísimo. El toro parece más franco que los anteriores y pronto lo demuestra. Brinda al compañero caído en batalla y empieza como en el cuarto, con mucho temple y firmeza, pero desajustado. Un pisotón de la pezuña lo descalza de un pie y él se descalza del otro. Así, sin el peso de lo fabricado por el hombre nos regala otros dos naturales imborrables y fijados por un trincherazo de cartel. Se va a la derecha y sigue el toreo, rubricado con un final exquisito por bajo.
C.- Como debe ser siempre, por abajo.
A.- Como ha sido, maestro. Otra oreja más para su labor de verdadera Puerta Grande ante tres señores de Victorino Martín.
C.- [Cierra un ojo, pitillo en boca] Qué alegría. Sepas que a la afición venteña la dan igual las orejas cuando uno ha toreado como éste. Éste va directo al corazón de Madrid.
A.- [Alejándose] Ya sabe lo que Dombrovsky dice que le dijo Jesús a Pilato cuando esté le preguntó: ¿qué es la verdad? - Es la que viene del cielo.

Aquí finaliza la transcripción en su parte legible. El resto de símbolos se confunden con los alamares y bordados de la chaquetilla y resultan ininteligibles para aquel que no se ha vestido nunca de lila y oro.

sábado, 7 de octubre de 2023

V de Otoño. La Fiesta simulada: petardazo de El Pilar y del (h)arte sevillano.

Decíamos ayer que esto de la tauromaquia está dirigido por los intereses dinerarios de unos pocos poderosos desde la emoción de lo verdadero hacia la celebración de lo simulado, y hoy ahí lo tenemos. Asistimos a la genuina pseudo-tauromaquia que se quiere imponer con un público absolutamente servil a tal fin y una afición que parece perder cierto fuelle en su ejercicio de resistencia (¡sólo hemos dicho "miau" en el último!). Un espectáculo prefabricado de unas dos horas en el que poder intercambiar cubata y móvil en la mano, postearlo en las redes sociales de cada cual como algo cool, nacional-punk o perteneciente a una cultura underground (algo en lo que la Fundación está emperrada), y poder continuar con el peneque en la discoteca de moda o en la terraza del 7. Una tauromaquia que pasa del arte de lidiar los toros al arte de postearlos. No hay toro, el tercio de varas y el de banderillas son testimoniales, rémoras de una gloria anterior que permanecen porque aumentan el tiempo potencial de consumo de gintonics, y todo se reduce, para los profesionales, a la cosa muletera. Así volaban hoy las manillas del reloj de la plaza durante los dos primeros tercios y se aplomaban durante el último. La tauromaquia rampante de un solo tercio que impera en casi toda la piel de toro.

Gran parte de la responsabilidad de la simulación de hoy (y de muchas tardes en muchos sitios), la tienen los figurantes en el cartel original, remendado merecidísimamente con un salmantino, dos de esos toreros del (h)arte sevillano, que se anuncian de manera reincidente y sinvergüenza con unos semovientes que dan lástima, sobre todo en Las Ventas. Además, resultan ser, Ortega y Aguado, dos toreros que disfrutan de una notable influencia, casi supremacía, en lo más compartido del mundillo taurino de Twitter e Instagram. Todas las pantallas se llenan de lances suyos. Son virales. Y, visto lo visto, queda probado lo engañoso de ese tipo de publicaciones, toda vez que se les ve actuar en vivo y ante qué animalejos. ¡La de orejas que se darían si sólo viéramos los toros en el móvil! Ante esta conversión de los toros en una fiesta simulada, virtual y viralizable, queda claro que Madrid es la principal oposición, y casi única.

La otra gran responsabilidad de lo de hoy, como decíamos, está en lo ganadero. Petardazo. Seis bichejos impresentables de El Pilar, de esos a los que Madrid recibe merecidamente con gritos de "miau" y "toooro, toooro", con caritas tan inocentes como para ser modelos Disney, alguno tan escurrío que casi ocupaba lo mismo que las líneas de cal, picados ya por la puesta de la divisa (especialmente el primero), desplomándose sobre la arena, de frente y de costado, o baboseándola al doblar de sus pezuñas, perfectos ejemplares de la selección en base a la bobaliconería y no a la casta, y, en definitiva, unos oponentes frente a los que más que torear, ahora que está de moda, se les habría de amnistiar. Por reseñar justamente, el sexto toro, Resistón, acudió en bravo al caballo por dos veces y peleó dignamente.

Dicho esto, la naturaleza brava del toro de lidia, aun tan remotamente oculta en los seis ejemplares de hoy, siempre plantea ciertas dificultades, ante las que hoy no había artistas de la lidia capaces y dispuestos a vencer. En general, los toros han recibido horrendos y dañinos puyazos y una pésima lidia. Sin embargo, por ser igualmente justos, cabe destacar la disposición de Castaño a colocar bien sus toros para el caballo, el segundo buen puyazo de Javier Martín y la excelente brega de Marco Galán al cuarto toro, y, digamos, la singular eficacia con la espada y los descabellos (la corrida ha durado dos horas exactas).

Así, trataré de abreviar y no hacerles perder su valioso tiempo de domingo sometiéndolos a leer una descripción sobre el tedioso y quasi-uniforme acontecer de cada toro. Haberlo sufrido en la plaza ya está bien.

Castaño recibe con su vertical torería por verónicas al primero, rematando con una templadísima media. Luego, en sus dos toros, con la muleta, desmonterado y amonterado, sigue templado y vertical, pero perdido, inseguro, sin acoplarse. Lo que nos conduce a barruntar, como con tantos otros tiesos curtidos en auténticas batallas con el Toro-Toro, es que son incapaces frente al toro-simulacro. La maldición del tieso: triunfar con la alimaña, fracasar con el boyante. Mata de buena estocada, pero rinconera, al cuarto.

Del instagramable Ortega nos llevamos una encajada y lentísima verónica, la tercera, una verdadera preciosidad, en su quite al primer toro. Con ella, su equipo de marketing podrá organizar onanistas charlas-coloquio invernales, concertar épicos reportajes sobre la vida del esteta con las cadenas autonómicas, acordar una muestra individual en la Sala Antoñete, pero sin hacer sombra a la de Julián de San Blas, o, incluso, plantear un largometraje con el pasaje de esa verónica a cámara superlenta narrado por Emilio Muñoz, con divagaciones artísticas de Esplá y expectoraciones volcánicas de Zabalita. El resto de su actuación ha pasado como una pinturería hueca, un continente sin contenido, un mero juego formal, como el de los suprematistas rusos (hoy Juan podría haberse anunciado como el Cuadrado Blanco-sobre un fondo blanco de Malévich) y, además, en pelmazo. Es el artista en el fin del arte.

Aguado, desde aquella maravilla del '19 en la que nos jodió la vida al saber que difícilmente veríamos algo similar, parece que la losa de lo taurino le ha jodido, no la vida, pero sí su carrera. Su performance de hoy podría haberse anunciado como: "El pegapases del arte de Sevilla. No se lo pierdan. Tercera actuación este año en Madrid". Con él y su natural, pero vulgar, quehacer, se demuestra la infinita maleabilidad de los toreros hacia las malas artes y las geometrías del mal.

Por lo de hoy, y por lo de ayer, no nos queda más que decir: ¡que muera el arte y viva la emoción!

viernes, 6 de octubre de 2023

Gloria a los toros mansos (de Cortés) y a los toreros machos (Castella, Ureña y Chacón). Un combate en el que ha ganado el hombre.

Como salir de un combate. La tauromaquia, etimológicamente, es la lucha del hombre con el toro. En el devenir histórico, el luchar se convierte por medio del arte en un lidiar, y la tauromaquia en el arte de lidiar los toros. Pero, últimamente, predomina otra concepción de ésta, alejada de la seriedad de la lucha e inmersa en la algarería de cualquier otro espectáculo en directo. El toro ofrece poca o nula adversidad y lo que debía ser un combate, se queda en un simulacro festejado en la despreocupación del público. Se ha pasado de la emoción de lo verdadero a la celebración de lo simulado. Por suerte, hoy, gracias a la mansedumbre (una maravillosa condición del toro de lidia que comporta imprevisibilidad), y a la inteligencia y valor al faenar de tres hombres (Castella, Ureña y Chacón), se ha devuelto a la Fiesta taurómaca a su vertiente más original, la de la lidia. Por eso, hoy, agotados por la emoción dejada en la plaza, la sensación es como de salir de un combate, de una lucha real a muerte, en la que, claramente, podemos decir que ha ganado el hombre. Hoy, es un día para sentirse orgulloso de ser hombres.

No obstante, hasta el cuarto toro, la corrida iba por el derrotero de ese tedio que es parte de la piedra venteña, con tercios de varas desapercibidos (salvo por un Guernica en el tercero) y un desfile de Victorianos blandengues, móviles, y de hechuras eclécticas, como deformados por la visión de un cubista: uno escurrido y cabezón, otro anovillado, regordío y ameninado, y otro ensillado, sin culata y sin cara. Hasta el cuarto toro, sólo había destacado un quite por verónicas ceñidas y templadas de Ureña, del que salió trastabillado y teniendo que buscar guarida hacia tablas, al que respondió Castella, destacando una larguísima larga cambiada llevando al toro embebido en los vuelos hasta un final que parecía no llegar. Por lo demás, el francés ofreció en el primero su neo-toreo de lejanías en lo mollar y cercanías en lo superfluo. El murciano estuvo firme frente al segundo que soltaba la cara y la lengua, como queriendo lamer el aire descontaminado del Madrid Central de Almeidón. Y Ginés Marín, ante el manso tercero al que arrojó descaradamente al relance sobre el caballo de guardar, exhibió toda su incapacidad para con el toro-no-bobo, y su inteligencia para abreviar. Los tres mataron mal.

Así, con conversaciones mundanas entre bostezos, de repente, ¡zas!, la mansedumbre se presentaba en todo su esplendor.

Irrumpe Devoto de Cortés, un voluminoso cuerpo negro alto y largo, de 626 kilos. Huele la arena y parece cavilar, se frena frente a los capotes y se lo vuelve a pensar. Castella lo pone frente al picador y recibe un primer puyazo breve del que sale suelto hasta toriles. Comienza entonces el toro la circunvolución del ruedo de Las Ventas recibiendo seis picotazos más, alternativamente en la querencia y en la contraquerencia. En los fugaces lances del matador con el capote, se intuye cierta casta, yendo el toro muy largo y humillado. El diestro dirige al picador, pero nadie manda sobre el manso, que se pasea por el ruedo como Roberto Gómez por el callejón, sin que nadie lo atienda. Se dispone todo para las banderillas y, en medio del barullo, José Chacón anda con su capote hacia el toro, que se le viene en un arreón, lo coge al vuelo y lo deja fijo con un lance larguísimo, consiguiendo lo que nadie antes había conseguido, parar, templar y mandar sobre el manso. Qué gobernante no querría un consejero que con un solo gesto le diera todo lo necesario para ser virtuoso. Pero el manso es fiel a su comportamiento y continúa yendo suelto hasta que, de nuevo, Chacón lo fija con dos capotazos a cuál mejor, enseñando el manso encastado que intuíamos. Para el gran y arriesgado par de Viotti, Chacón cita al toro en largo, se lo deja llegar corriendo hacia atrás, el manso apretando y arreando, el lidiador aguantando para, en el momento justo, encontrarse toro y capote en un lance larguísimo y quedar el semoviente inmejorablemente colocado. Esta brega de Chacón será más recordada que cualquier faena del que se despidió el sábado de Madrid. Castella ha visto al toro gracias a su subalterno y, sin dudar, se viene al 7 e inicia su faena por bajo con gran mérito y enorme emoción logrando parar y mandar sobre el enorme y huidizo cuerpo negro. Sigue con la derecha, mandando sobre el manso y llevándolo por donde el hombre quiere, aunque en las formas neo- habituales de este torero. Gana en las siguientes series la mansedumbre sobre la casta en el toro y baja también, quizá por ello, la actuación de Sebastián, acentuándose sus formas ya descritas. Alcanza la lidia otro punto álgido con un cambio de mano a la zurda muy largo y en el que el animal va toreado. Cierra, desafortunada y desacertadamente, con unas bernardinas. Pincha dos veces y, en la segunda, el toro lo hace hilo, pero ahí está otra vez el capote de Chacón para quitárselo. Mata de estocada desprendida y atravesada y da una merecida vuelta al ruedo.

El quinto, Andaluz, sale de toriles también pensándoselo, quizá aún más, si cabe. Camina parsimonioso, para que podamos comentar sin prisa toda su altura, su poco cuello y su gran badana. Se detiene en las líneas de cal, con miedo a cruzar, y muestra auténtico terror ante los capotes, de los que huye hasta toriles. Canta la gallina. Qué mansazo. Casi imposible de picar, pasa incontables veces por los terrenos de los dos picadores, quienes administran cada vez un picotazo con la puya. En una de esas, el manso hasta realiza un recorte a la vara. El toro es olímpico, por la cantidad de vueltas que da al ruedo. Mientras, Castella está ausente como director de lidia, y Ureña que, para desgracia suya, no lleva a un Chacón en su cuadrilla, las ve venir. Eutimio, el presidente, denota incomodidad ante tanto manso (se le ve más tendido hacia la cosa orejil y eutímica) y tarda centurias en sacar el pañuelo rojo. Banderillas negras para el toro, primeras desde el legendario Cazarrata de Saltillo. Los banderilleros sufren de lo lindo ante los arreones de Andaluz, y sufre aún más Eutimio, que cambia súbitamente el tercio. Ahí sale Ureña ante el mansazo, entre voces de "¡mata eso ya!", y acompañado por un sentimiento de compasión despertado por el hecho de que le tocara en mala suerte semejante animal. Y ahí va Ureña y le da la vuelta a todo. Se sale desde toriles hacia los medios torerísimamente, llevando al toro metido en la muleta por bajo, andándole hacia atrás. Inicio para el toro, sin aspavientos ni efectismos, de verdadero lidiador. Sólo con eso, todo cambia. Un toro que no había recibido un pase, sin picar, incierto, inédito frente a una tela, de repente, por la inteligencia de un hombre, sigue los engaños y se vuelve inteligible. El sentimiento en el público ahora es de expectación. Ureña continúa la lidia en los medios, con firmeza pasmosa en varias series por ambos pitones enseñando al toro por dónde y hasta dónde ir, tirando de él, templando los arreones, anticipándose a ellos, tragando paquete en los cambios de pecho, acoplándose a cada topetazo, cada vez diferente, a cada frenada o a cada venida del mansazo. Muchísima emoción, por lo incierto y violento del toro y por la perseverancia y valor del torero, que se queda inmóvil en el sitio donde los toros cogen. El pitón descontrolado rozando la pantorrilla, la ingle y el torso y todos ellos firmes, confiando en la mano y la muleta que sostiene. Todo parece mentira, resulta increíble que esté toreando a ese toro. Con la batalla absolutamente ganada al animal y de forma inesperada, Ureña se inventa un cierre de faena hacia el tercio con muletazos y trincherazos por bajo hondos y largos, también de emoción, que ponen a la plaza en pie. La faena queda para el recuerdo como la más inteligente de las que ha realizado en Madrid. Entra a matar y recibe un pitonazo en el pecho que lo deja bocabajo sobre la arena. Se levanta mientras el manso huye hasta llegar al 5-6, donde Ureña vuelve a perfilarse y deja una estocada recibiendo algo desprendida. Tras varios descabellos y dos avisos, muere el toro y el torero da una vuelta al ruedo de ley.

El sexto toro, basto y feo, sirve para reafirmar el bluff de Marín y su sinvergonzonería, junto a la del Presidente Eutimio, "Timi", privándonos de un tercer puyazo a un toro que, en el primero, derribaba a caballo y picador, y, en el segundo, hacía una gran pelea metiendo riñones y empujando hacia fuera el acorazado. Cosas de la tauromaquia simulada.

miércoles, 4 de octubre de 2023

La contra-tauromaquia de Julián López, "El Juli"

Julián López, "El Juli", se ha despedido (por el momento) de los ruedos tras veinticinco años como matador de toros. Su trayectoria abarca la historia de la España que "iba muy bien" de Aznar a la "Frankenstein" de Sánchez, de la séptima Copa de Europa a la Negreira League, y del esplendor de Tomás a los indultos de Esaú. Casualmente, sus veinticinco años de matador coinciden con un vertiginoso declive social, político, moral e intelectual en España, y también, y aquí es lo que se viene a defender, causalmente, con una de las mayores decadencias acaecidas en la cosa taurómaca.

Nadie duda de que Julián ha mandado mucho, y como prueba de su "poderosidad" ahí está su última tarde en Las Ventas, toda una demostración de "mando y ordeno" sobre el planeta de los toros. Su despedida de Madrid se anuncia y requeteanuncia desde una turra mediática de flabelíferos (a-)críticos alabándolo al unísono, sólo igualada por la de los periodistas patrios con Messi y su Mundial. La empresa Plaza 1, que remolonea con el vergonzoso estado de conservación de la plaza, se vuelca en avivar la brasa y dedica al de Velilla la mayor exposición a un torero en Las Ventas, sin ser torero "de Madrid", y habiendo salido una sola vez por la Puerta Grande, como Morenito de Maracay, entre muchísimos otros. La presidenta de la Comunidad de Madrid y otros gerifaltes políticos y taurinos también obvian el deterioro material de la plaza, pero pontifican la muestra: "uno de los toreros más importantes del último siglo". Todo queda así dispuesto para que triunfe en el primer festejo de la Feria de Otoño, por lo que pudiera pasar después, y en sábado, día por excelencia del canalleo madrileño de muñecas españolizantes y de comida, gin, puro, toros y disco-plaza, es decir, de público triunfalista. Simón y Garrido le disponen también unos Lisarnasios, bóvidos grasosos, mansos y sin un ápice de casta, y facilitan que Uceda abra el cartel y lo cierre Rufo, dos matadores lejos hoy en día de poder buscarle las cosquillas a Julián. Así, su última tarde en Madrid es una bien orquestada profecía autocumplida para su segunda Puerta Grande, como uno de esos platos preparados que se venden en el supermercado, exhibidos durante horas tras el mostrador, con el mismo aspecto y presentación, igualados para todos los ojos y gustos, excepto el bueno, y de los que uno sabe indudablemente lo que esperar, para poder degustarlo despreocupadamente mientras se aciertan los paneles de La Ruleta de la Suerte.

Esa es la cantada "poderosidad" de Julián, un dominio burocrático (en los bureaus, despachos) y no taurocrático (ante el Toro), y que dice casi todo de su dimensión histórica, que la tiene. Pero antes de explicar eso, cabe subrayar dos condicionantes.

Uno, ha sido un matador que durante su carrera ha adolecido de lo que Sloterdijk denomina "legitimidad por aclamación", esa que fue inaugurada por Napoleón. Y es que a El Juli sólo lo han aplaudido, bien entrada su maestría, por la insistencia golfa de la amplia mayoría de juntaletras, diarios y revistas dedicados a lo taurino, careciendo siempre de tirón popular, de renombre socialitero y de atractivo para el aficionado.

Y dos, que lo que los juligans y la crítica oficial ensalzan de su figura es que "ha mandado", que ha sido "el torero más poderoso", o "un mandón del toreo". Y es más, defienden que ese "haber mandado", por sí solo repele ante su retirada toda crítica y atrae toda loa. Porque "ha mandado", no debemos criticar a Julián, dice la "crítica" (otra prueba de su mucho mando). Para todo el régimen, el valor de la cosa juliana está ahí, en el mando ejercido. La tauromaquia se convierte así, como la política desde Hobbes, en una cratología, aunque primitiva. Desarrollando esta idea, la dimensión histórica, el valor histórico o no de lo juliano, en todo caso, habría de determinarse a través del análisis del modo de ejercer ese poder y de los resultados de su mandar.

En cuanto al modo de ejercer el poder, ya comentada su soberanía en los despachos, atenderemos a qué estilo frente a qué toro. El estilo juliano se basa en un temple prodigioso aplicado desde el más nítido des-toreo, el del des-cuelgue (su tronco se desploma hacia delante asemejándose a una alcayata), la des-carga (cuerpo de perfil y pierna descaradamente retrasada) y la des-pedida (la posición corporal alejada del toro y el movimiento engendrado despiden al animal hacia fuera, lo más lejos posible, ya sea la M-30, el Guadalquivir, la Estafeta o el Gangoiti). Esto es, en las antípodas del toreo clásico. Su faenar es como el de un pintor callejero que vive del amaneramiento de sobar y sobar la acuarela para producir una y otra vez el mismo paisaje, sin emoción. No obstante, este estilo de gran temple, pero bufo, grotesco e impuro ha sido tan cacareado por los revistosos que, contribuyendo a esta época de decaimiento de la afición y crecimiento del público bisoño, le ha servido para triunfar por todas partes, salvo en Madrid, única oposición encontrada a su "poderosidad". También ha sido un benefactor clave en su poderío el toro que ha elegido tener delante. Primordialmente, un bóvido bobo, chico, blandengue y, preferiblemente, mono-encaste, buscando la casta mínima, o arrebatándosela. Su oponente no ha sido el necesario para demostrar su cacareado "poder", sino que ha sido un toro al que "cuidar" en los primeros tercios (la era juliana también coincide con la progresiva insignificancia de la suerte de varas) a fin de que llegara en modo "colaborador" a la muleta. Con Julián, el toro supercomercial (especialmente vendible e inteligible) ha pasado a ser un toro superbobo (especialmente asequible y previsible).

En este punto, mención aparte merece su manera de ejecutar la suerte de matar, el julipié: o cómo "aliviarse" mediante un horrendo brinco al hacer la estocada, como un salmón saltando río arriba. Todos convenimos en que en la estocada, el diestro se expone al máximo riesgo si se ejecuta con verdad el complejísimo gesto técnico que conlleva. Pues bien, en el julipié, por tanto, se incumple esta geometría de la verdad y del bien, y se concentran toda la ética de la trampa y la estética de la fealdad julianas.

Con respecto a los resultados de su mandar, lo que deja El Juli afecta gravemente a los dos protagonistas de este rito, toro y torero. En los de cuatro patas, ha colaborado con ahínco y voluntariamente en mutilar su riqueza y variedad. Tras su paso y mando por el planeta de los toros hay menos ganaderías y menos encastes. Lo decía él mismo: «el toro más difícil es el que no te deja expresarte artísticamente». Y claro, a ver quién, pudiendo no hacerlo, elige lo difícil y lo que "no te deja expresarte artísticamente". Lo minoritario, a extinguir. Sobre los de dos patas, ha creado escuela, la Juliana. Ahí están para corroborarlo los Roca, Castella, Perera, Luque, Ginés, Lorenzo, Rufo o Esaú, y tantos y tantos jóvenes novilleros devenidos en burócratas que aplican con total previsibilidad las reglas de El Juli. En todos ha calado el ansia de mandar como él, y la forma más eficaz es imitándolo. El sueño es triunfar y mandar, da igual cómo, es decir, no importa torear bien. La lección juliana es que el toreo es un igualdá. Con esta propagación de lo juliano desde la posición de Leviatán de Julián, se ha convertido al ritual (lo que está cargado de significado, lo significante) en una rutina (lo insignificante). Ha hecho de la tauromaquia, una buromaquia.

Así, podemos concluir todo lo anterior y afirmar que lo que nos lega el mando de El Juli, lo que otorga a su figura esa dimensión histórica, es una contra-tauromaquia. Si suponemos una línea fundamental de la tauromaquia, un fundamentalismo tauromáquico, sería la de una ética basada en el obrar bien (Torear bien), desde la que obtener, en contadas ocasiones y, sobre todo, con el Toro-Toro, la emoción estética. Es decir, lo verdadero es el único camino hacia lo bello. Pues bien, la obra del de San Blas ha ido a la contra, o más bien, contra todo ello. Su legado, podría decirse, no es valioso, es contravalioso: lo falso es el único camino hacia la deformidad (el poder).

Hasta nunca, Julián. Esperamos que tu legado se borre pronto, porque, como dijo Chesterton, "las falacias no dejan de serlo aunque se conviertan en modas".

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