miércoles, 9 de julio de 2025

Tercer encierro de San Fermín 2025. Un toro bastardo

El destino de estos toros que debutaban hoy, esto es, para lo que los ha criado Álvaro Núñez, para lo que la Casa de Misericordia los ha contratado como estrellas, y por lo que el Ayuntamiento bildutarra de Pamplona los consiente en las calles, era poner toda su carita de buenos y correr y correr como lo hacen nuestros patócratas del micrófono de Vito Quiles, para llegar a la plaza cuanto antes y descansar y descansar en los corrales, a fin de que esta tarde ofrezcan toda su bobería y todas las facilidades para el triunfo de los matadores ante unos tendidos alcoholizados. Pero, ¡ay, lo imprevisible!, en estas un toro castaño ha decidido, creemos que involuntariamente, romper con su filiación ovejil y cometer el herético error de hacer caso a su carácter y salirse de la manada a descubrir su naturaleza, a encontrarse con lo que debía ser. Se salía tras la curva, hacia su derecha, el cuello como un arco, derrotando al aire, buscando con la punta de su pitón la carne de torsos que empujaba con su testuz, hasta perforar y liarse una camiseta de un mozo que era arrastrado varios metros. Un toro bastardo. Cómo se le podía haber ocurrido seguir su instinto, si está educado para arrinconarlo en lo más hondo de sus dídimos. Cómo osaba destacarse del rebaño y abrir páginas de papel y de bits, si las portadas son para que el encierro pierda su esencia exhibiendo la identidad de corredores triunfalistas. Cómo sería la bronca interna que se daría el ganadero, que tiene de foto de portada en su perfil de X una con Manzanares cuando el indulto de la bobosa de Arrojado en Sevilla. Qué deshonor de toro, qué poco respeto a la herencia adquirida. Qué poco le habrá gustado a Morante de la Puebla. Si lo único que se esperaba de él es lo que han hecho sus hermanos, correr, caerse y levantarse para seguir corriendo como un buey más. Con esto y lo de ayer, no vamos a poder con tanta emoción. Caminante hizo de Pompadour: “¡Après nous, le déluge!”. Por favor, que los Domecq que vienen nos devuelvan al tedio, a ver si se nos va a derramar el café sobre la fotografía de la ya ministrable Cayetana en el periódico.

martes, 8 de julio de 2025

Segundo encierro de San Fermín 2025. "Caminante", un toro de lidia

Su nombre es “Caminante”, de Cebada Gago. “Caminante” se cayó cerca de la Bajada de Javier y todo cambió. Se desplomaban contra el adoquín julios y julios de tedio, kilos y kilos de previsibilidad, de simulaciones, de mojigangas, de locuciones detestables, de vestimentas estridentes, de rostros que debían seguir en el anonimato, de músculos prefabricados, de cuerpos llenos de miocitos y escasos de talento, de carreras dopadas, manipuladas para lograr la corrección política y evitar caer en el anacronismo; caía “Caminante” y colapsaba toda una política perversa que va del antideslizante y los correderos, hasta Bolaños, el reponedor, actuando de ministro. Se caía la decadencia y se levantaba el toro. ¡Por fin! El toro en Pamplona, en San Fermín, la Feria del Toro. Y, con él, se alzaban muchos otros, Ermitaño, Olivito, Marismeño, el riesgo, el peligro, la emoción y se levantaba hasta el pasado. Era ser uno de los primeros hombres y ver nacer y erguirse a una montaña. Nos sentíamos primitivos, originales. “Caminante”, negro, con más verdad en sus 2 puntas que en todos los 47 años de democracia-que-nos-dimos-entre-todos, empezó entonces a hacer todo eso que hace honor a su raza, la del toro de lidia, esa que da sentido a toda esta fiesta y por la que Frascuelo dijo: “los toros dan cornadas porque no pueden dar otra cosa; para evitarlo, no hay más que huir o cortarse la coleta”. Casi todos huían hoy y, los que no, aparecían como héroes, orgullo de lo popular. Altanero, hacía caso de los estímulos que le ofrecían los corredores igual que no hacía caso y se distraía, estiraba el rabo, luego el cuello y su testuz arrastraba cuerpos, a otros los estampaba, se giraba a un lado, y al otro remataba contra esa mezcla de carne humana y madera que hace de valla, arreaba como un maldito rayo hacia delante, y hacia atrás provocaba estampidas. Hacía lo que su voluntad, su instinto salvaje le dictaba, y no lo que los ratimagos de unos ganaderos bastardos han introducido en la genética de este animal. Embestía a un buey, volteaba a un hombre, a otro y acometía contra una masa de gente a la que devolvía a su naturaleza de hace un siglo, la que describió Canetti: “de repente, todo se llena de hombres”, hasta que un toro lo vacía. Llegaba a la plaza y muchos capotes lo recogieron. Uno piensa en Borja Sémper y sus pinreles y en este toro y comprende todo nuestro problema. En la España de Santos Cerdán, se levantaba “Caminante”, un toro de lidia.


lunes, 7 de julio de 2025

Primer encierro de San Fermín 2025. "¡Se han caído los toros!"

“¡Se han caído los toros!”. Esa es la noticia. Han pasado los de Gallardo, los FuenteYmbro, por las calles de Pamplona y eso es lo más notorio que han dejado, algunos pelos y babas de sus leñazos contra el adoquín. Ahí habrán quedado para que algún influencer guiri se grabe oliéndolos en un reel de viralidad moderada que aparecerá, fugazmente, en el feed del pamplonica que hojea el móvil en su cama sudando el resacón del día 6. Unas hebras de queratina que darán para llenar de imágenes multiculturales y multicolor los diarios y telediarios estatales, autonómicos y locales, para glosar la experiencia del corredor medio y mediocre que la contará como la mayor epopeya de la Nación desde que Feijoo se autoproclamó vencedor, y para que el alcalde bilduetarra, Asirón, siga presumiendo de antitaurinismo con toda su caraza de cateto fotografiada en la plaza de toros. Todo eso se expondrá, como de mentirijilla, pero la verdad es que un encierro como el de hoy es el exponente sin par de la decadencia de una tauromaquia heroica, que acabó con el Guerra, a esta tauromaquia artística, en la que el arte no está en lidiar toros, sino en engañar al público. Todo es una simulación, el toro aparenta serlo, el riesgo está teledirigido por una retransmisión detestable, y la emoción falseada. Hay triunfalismo también en el encierro, cómo no, coleccionando ese otro tipo de despojos que son las imágenes. Corre el mismo peligro la integridad física de los corredores en Estafeta que la de los manifestantes frente al centro de menas en Alcalá de Henares. El riesgo hoy en España está verdaderamente en correr delante de los policías del régimen político y no de los toros del régimen taurino. 

domingo, 15 de junio de 2025

Corrida In Memoriam de Victorino Martín. Una escalera al revés apuntando hacia el cielo

(Paréntesis 1: El que escribe estas líneas hubo de abandonar su localidad a la entrega del despojo a de Justo, por lo que lo que leerán a continuación no incluye la, para algunos, apoteosis de lo acaecido en el sexto toro, Milhijas, y Borja Jiménez, ni la, vista desde el sofá en la pantalla del móvil, deshonrosa salida a hombros del ganadero, y uno puede llegar a concluir que la vida es justo eso que fuerza a perderse el último toro de la tarde en Madrid).

(Paréntesis 2, en el que recuperamos lo dicho el año pasado: Esto de las "In Memoriam", latinajo que satisface la gusa de haute culture del liberalio que puebla de gintonics la sombra, no es sino otra treta marketinera de Domb y Garrido para colgarse el No Hay Billetes, posicionarse en cabeza de carrera para el Premio Autonómico Ayuser de Tauromaquia y, sobre todo, para que se hable del sujeto objeto de la "In Memoriam" y se exagere la actuación de los sujetos, bípedos y cuadrúpedos, de hoy. Y vaya si lo consiguen).

Muestra meridiana de que los toros sólo se pueden ver en la plaza es que, en una de esas miradas que uno echa al reloj de la plaza empujado por el deseo de comprobar si las manillas han corrido lo debido, se podía ver, en el cuerpo ladrillesco que emerge a su derecha por encima del tejadillo, una escalera metálica, probablemente adquirida en una gran superficie oriental o del extrarradio, dispuesta al revés y apuntando hacia el cielo claro y abrasador de Madrid.

Justamente lo que ha sido la corrida de Victorino de hoy (hasta Milhijas).

Una escalera al revés inclinada hacia el cosmos puede entenderse, desde arriba, como que la hubiera preparado Vitorino padre para descender con su diente dorado centelleando como un cometa y, bien, arrancar con lógica furia los horrendos carteles que engalanaban las barandas de los vomitorios con una imagen suya de perfil, como si fuera el logotipo de un Hogar del Jubilado o el dibujo que podrían haber trazado un par de entregados jóvenes ninis a la causa psoecialista para decorar el cartel de cabeza de una manifestación por la subida de las pensiones, la cara de Vitorino y un "Quien roba pensiones, lo pagará en las elecciones", o, también, haber descendido por esa escalera y arrear un soberbio capón a su hijo al prestarse este a salir a hombros y ahondar en la pantomima amoral del triunfalismo imperante tras haber echado un encierro de toros, sí, serios (siempre sin abrir la boca, como si guardaran sobre la lengua el óbolo que han de entregar al morir), pero desigualmente presentados, algunos blandos y discretos en casta, listeza, malicia y bravura, salvo el lote, con matices, de de Justo, Garduño y Milhebras; asimismo, se puede comprender esa escalera al revés, desde abajo, como la mejor representación de las actuaciones que han montado hoy los coletas y sus cuadrillas, con las que quieren elevarse al cielo de Madrid haciendo prácticamente todo al revés de como siempre se ha ganado ese cielo, tres coletas, además, "de Madrid", que realmente son "de Madrid, plaza de provincias", sin ningún compromiso por llevar a cabo una lidia ordenada y para el toro y con todo el afán de excitar a la turba bolinga para el corte de casquería.

Esa escalera al revés es la realidad de la Fiesta hoy, en la que cada peldaño que se hace ver que se sube, realmente se baja. Una escalera hipócrita, hacia la decadencia, en la que podría subir-bajar Benny Hill disfrazado de torero y entre ovaciones. Un espectáculo en el que se pretende montar lo histórico desde la farsa, a partir de la mentira. En el que se prima hundirse en el triunfo, rápidamente olvidado, sobre el escalar a la gloria del recuerdo. Lo aparente (decadente) sobre lo ético (elevado). Así, si lo de hoy de Borja y Milhijas es histórico, lo de Morante será para muchos la supra-historia, la meta-historia, la historia de la historia del toreo. Será histórico por encima de lo histórico. Ya sabemos que el fin de la Historia no viene por el triunfo a escala global de la democracia liberal, como erró Fukuyama, sino que vendrá por el triunfo de Morante sobre las ruinas de la tauromaquia.

En esas ruinas, merecen una mención especial los picadores a lomos de los corceles de la cuadra de Equigarce, ya bien conocidos como Equigarcesaurios. Si la política de nuestro régimen del 78 se ha destapado como la guiada por las ansias y fetiches de penetración de una oligarquía, la tauromaquia pende ahora mismo de la saña y la maña con la que los varilargueros penetren en el cuerpo del animal desde su más o menos contundente strap on. Nos debatimos entre unos picas errejonianos o Bonijol. Del mínimo reglamentario de doce puyazos que debían recibir los toros hoy, no ha habido uno solo, al menos, en los diez primeros, digno del oro que llevan en su chaquetilla. Los han dado en la paletilla, en el brazuelo, hombro o costillar, en lo más hondo de su lomo, en la misma mitad de su columna, castigando excesivamente, masacrando, o, simplemente señalando en mal sitio, tapando la salida, barrenando, con el toro sin colocar, al relance, llevado por un subalterno, o metido debajo por otro, bajo las desórdenes de los tres matadores, en lo que podría ser, en libro, una biblia del mal hacer. Un buen amigo y aficionado dice que los picadores debían dejar el oro por el chándal, y, a poder ser, de táctel y estilo bolivariano, a juego con las afinidades de nuestros líderes políticos.

Ureña lleva, al menos desde 2019, debatiéndose entre confirmar a golpe de histrionismos la tesis de la espectacularización de Debord o Torear. A su flojo y escurrido primero lo aplicó un tesón que no merecía el animal ni nosotros. Una faena de manos blandas del animal y piernas musculadas del hombre, que exhibió en numerosos paseos entre series y en un espatarramiento que ya quisiera Koldo en alguna de sus conquistas disfrutadas con dinero público. Pasó lentamente fugaz algún buen natural en lo mollar y en el final genuflexo, que fueron como esa vocecilla de la televisión que te saca momentáneamente de la siesta para hundirte más profundamente en el sueño. Mató horriblemente quedándose en la cara con una estocada traserísima y atravesada. Con su segundo, acarnerado, alto, largo y descastado, compitió a ver si era más serio el toro o lo que él cansinamente planteaba. Empataron en aburrimiento. Se pasó otra vez de faena y mató, si cabe, aún más feamente, de golletazo.

De Justo, cada vez más incomprensiblemente requete-estimado por el público de Las Ventas, condujo bien por bajo hasta el medio la embestida codiciosa y emocionante de su primero, rematada con una revolera. La faena comenzó con Garduño parándose en mitad de la primera serie a olisquear una banderilla y terminaría igual, tras una ingente cantidad de pases punteados, enganchones, pajareos y voces, con el encastado toro haciendo lo que se le antojaba. Se entiende que, quizá, el extremeño actúe para contentar a los entregados fans que pueblan la plaza, como cantaba ese travestido, Ben, para el criminal Frank Booth, la excepcional "In Dreams" de Roy Orbison en Blue Velvet, y que de ahí su vulgar, pero obligada insistencia. Julipié para estocada trasera y caída sería su rúbrica. El toro cayó tragándose la muerte y se fue entre palmas. Desde este toro, hasta su siguiente, el quinto, pulularían por el tendido alto del 6 dos mujeres de azul eléctrico y fregona recogiendo lo que imaginamos sería el resultado estomacal que provoca lo que se ve en el ruedo a 35°C al sol. Milhembras, con unas armas en su testuz que ya quisiera la policía que atiza a nuestros jóvenes y mayores en Ferraz, sería el más encastado de la corrida. Recibiría una lidia de capea del divorcio, en la que disfrutamos de los andares tan ayunos de torería, como de camarero pajareando con prisas entre las mesas a la hora del aperitivo en el Balbino de Sanlúcar, de Morenito de Arlés. En la muleta de de Justo, el toro rompió a embestir con prontitud y codicia. Milhembras arrolló al matador, que no toreó ni una sola vez, y que usó la tela roja para quitarse de encima al torrente de casta. Pocas veces se comprendía tan nítidamente a la muleta como un escudo, un repelente de embestidas. Se pasó de faena de nuevo y mató, perfilándose en largo, arrancando con la pierna derecha y saliéndose, de estocada atravesada que, junto al amor de sus feligreses y la pasión de los mulilleros-peseteros, le valió un despojo.

Borja Jiménez se olvidó de que estaba en Las Ventas en su primer toro. Actuó como si lo estuviera haciendo para Encabo y Arnás, esto es, para el público acrítico de la TV. Pasó olímpicamente de la lidia, se dejó al toro crudo y planteó una faena sin estructura en la que fue incapaz de aprovechar la veintena de buenas embestidas de Bohonero. Culminó su nefasta obra ensartando al toro de lado a lado con el estoque.

Sin verlo con Milhijas, creo que las dudas sobre su compromiso con la verdad se mantienen.

martes, 10 de junio de 2025

El "cabayero, cabayero" a Morante de La Puebla


El pasado domingo, 8 de junio, en el despertar de la noche, se informa de que la policía visitó varias veces el Hotel Wellington para pedir explicaciones, inauguradas con el clásico policial: "cabayero, cabayero", al matador (de toros) Morante de La Puebla por el tumulto y los atascos ocasionados por su multitudinaria salida a hombros de Las Ventas.

Dícese también que quien dio el aviso a los guripas fue una vecina, bajo el pretexto de que parte de la masa humana que venía de la plaza de toros alcanzó la entrada del citado hotel e inundó el Caracas madrileño con indecorosos gritos que aclamaban a un nombre vulgar, de apellidos sin guión: "¡JO-SEAN-TONIO, MORANTE DE LA PUEBLA!", lo que, o sea, impedía a la denunciante conciliar temprano el sueño el día antes de una seguro que intensa jornada laboral de cosas importantes en su aún más importante agenda de cosas importantes, porque en los putos áticos se oye todo, tía, sube todo el ruido de la calle y es que no, saes, que quieres ponerte en la terraza a ver el último directo de la Riverss y se mezcla su voz con los pitos de los coches que es la mejor forma de escucharla. Sofía Bono, se imagina, era la denunciante, hija pequeña de José Bono, egg-presidente del Congreso, egg-ministro de Defensa y egg-presidente de Castilla-La Mancha, a la egg-que este regaló un ático de doscientos sesenta metros cuadrados en la calle Velázquez, anteriormente propiedad del genial futbolista Ronaldo Luís Nazário de Lima. De Nazário a Bono, las dos estirpes que progresan en nuestro país: futbolistas y élites del Estao, con los toreros como comparsa, dando sentido y excusa a la historia.

Sin más, quedaría así nítidamente retratada la realidad social y política de España, pero se estima oportuno ahondar en ello.

Con ese "cabayero, cabayero" a Morante, sería la segunda vez en esa tarde-noche en que se haría presente el Estado en su función de policía, siguiendo la división clásica de Jordana de Pozas. Antes, el Estado se había presentado en forma de ausencia de su más alta institución, su Jefatura, su símbolo de unidad y permanencia, el Rey, que no tuvo a consideración, él o el jefe o jefa de su casa, de sentarse en palco real de Las Ventas y presidir la corrida de Beneficencia. Pensamos que S.M. tendría seguro algo más importante que atender, ya fuera preparar moderadamente a conciencia el discurso inaugural en la entrega el lunes del “Premio Princesa de Girona Internacional 2025”, o discutir con su esposa Leticia, creo que Sofía ya tiene la madurez suficiente para saber que si hoy cena McDonald's (pronunciado en un inglés tan artificial como exquisito), le esperará una dura semana de brécol con patatas cocidas, así que por favor, no la prohíbas decidir la colación, pero el caso es que el contraste entre el gentío que arrastraba al héroe popular y la soledad del palco real vacío en la foto de Botán era abismal, como de dos mundos que discurrían en paralelo, separándose. El Estado abandonaba y censuraba a su pueblo en la tragedia de Paiporta y lo ignoraba ahora también en lo lúdico, en el juego más propiamente español: la fiesta de los toros. El Estado, a través de su Jefatura, se mostraba realmente anti-nacional y anti-taurino. 

Luego se haría efectivamente presente el Estado por primera vez cuando esa jornada dominguera de los antidisturbios, que seguramente consistió hasta entonces en vibrar con la remontada qué cojones, macho, qué huevos, este está para venirse al entreno de músculos recónditos un lunes de resaca de Alcaraz, se vería interrumpida por la llamada a la acción porque el primer espada de hoy ha cortado una segunda oreja y saldrá por la Puerta Grande, cambio. Y allí se dirigieron a la explanada exterior y al interior de la Monumental de Madrid, instruidos por algún esbirro del delecalbo del Gobierno, a ordenar la salida a hombros del matador. Todo correcto, hasta que la turba, toda a una, como la masa de Canetti, se arrojó calle Alcalá arriba con la intención de portar a su dios hasta su pesebre. No se puede consentir y, a la altura del restaurante Los Timbales, tocaron silbatos y detuvieron en seco el avance de una juventud de aspecto fachilla, de porte anacrónico, de estilo tradicional. No se puede consentir que en una demostración popular como esta se abandonen en la calzada zapatillas de esparto, y no quede perdida ni una chancla o Birkenstok que reclamar o sacar en portada en El País. Queda la sensación de que nada se cortaría si una exigua muchedumbre de charos y malasañeros hubieran sacado a Broncano a hombros del pirulí el primer día en que hubiera superado en share (ʃeər) a Motos. Las calles de Madrid se pueden cortar varios días para rodar el último bodrio de Casanova que sólo irá a ver Urtasun, pero si es para llevar a un torero a hombros, no se puede consentir. Otra foto arrojaba, de nuevo, una diferencia epocal: tan sólo tres policías a caballo escoltaban en 1957 la subida por Alcalá a hombros de El Litri, mientras que trece, cuatro de ellos centauros, a lomos de equigarcesaurios, esperamos, por la seguridad de todos, atosigaban a Morante y sus morantistas. Lo que nos ha traído democracia son más policías en las salidas a hombros.

Como decíamos, con un parece que reiterado "cabayero, cabayero" al matador en el hotel se haría presente el Estado en su función policial por segunda vez ese día. En este caso, parece que eran esbirros de Almeida, ese alcalde que, de ser torero, le arrebataría ipso facto a Marco Pérez el título de "Ugly", lo que quería decir que se personaba ahora el Estado en su forma municipal y que, en el Madrid pepero, es prácticamente indistinguible de la autonómica. El Estado al completo, central, regional y local presente para reprimir la expresión espontánea y pacífica de su pueblo. Hipócritas que llenan el callejón y son incapaces de vaciar momentáneamente la calle para que pase el triunfo. ¿Dónde estaba Roberto Gómez, el hombre-para-todo, el Luca Brasi de Plaza 1 y la CAM, esta vez? Se dirigían unos policías municipales al torero que acababa de triunfar, a solicitarle no sé qué explicaciones, como si fuera ya no sólo un contenedor emocional, como la ciencia política ha visto a Hitler, sino la pura forma encarnada de lo popular, que es, como estudian los policías en la oposición, el mal de que deben proteger al Estado. No son policías, son exorcistas de lo popular. No se pueden tolerar manifestaciones espontáneas, algarabías naturales que nazcan del pueblo, sólo las firmadas por el delecalbo o Almeidón, censores de lo espontáneamente correcto. Y menos aún se debe permitir celebrar al héroe, un torero que besa la bandera de la Patria para más inri, que surge por aclamación popular, ni siquiera decidir quién es, elegir a quién aclamar. Eso lo decide el Consejo de Administración de RTVE. En España se puede destrozar la habitación del Parador de Teruel en plena psicosis covidiana, pero no se puede llevar a hombros a Morante hasta su hotel. Es demasiado peligroso para la democracia-que-nos-dimos-entre-todos.

En estos estertores del Estado social y democrático de Derecho, la policía ya sólo sirve para proteger al propio Estado de su propio cuerpo social, sus ciudadanos, y cuidarse de que toda reacción popular sea debidamente encauzada y dirigida hacia formas asumibles, digeribles y manipulables por su maquinaria político-mediática.

El torero, héroe del pueblo, Estado mediante.

Tercer encierro de San Fermín 2025. Un toro bastardo

El destino de estos toros que debutaban hoy, esto es, para lo que los ha criado Álvaro Núñez , para lo que la Casa de Misericord...