miércoles, 14 de agosto de 2024

Dos novillos y el periodismo

Salieron el domingo en Madrid dos novillos cornalones de Paloma Sánchez-Rico y, ya matados, salió en tromba el oficialismo taurino a denunciarlos con un oxímoron: "impropios por exceso de trapío", y de ahí, a rematarlos y sepultarlos, a ellos, sus hermanos y a la ganadería, bajo letras como: "una descabellada novillada propicia una tarde dantesca sin opciones para la terna".

Como en Tres Sombreros de Copa, de Mihura, obra en la que irrumpía en la habitación de Dionisio un cúmulo de dispares personajes cuyo nombre anticipaba sus formas, su estilo, su actuar ("Odioso Señor", "Cazador Astuto" o "Guapo Muchacho"), han aparecido alrededor de los cadáveres de los novillos de Terrones un batiburrillo de figuras del taurinismo, que entran, destripan las vísceras aún frescas, y salen para asegurarse su pan y sus friegas. El zangolotino "Periodista Malvenida" explotó la polémica con su crónica. Venido de una estirpe de toreros sin par y visto incapaz de defenderse ante la verdad de la afición, quizá pidiéndolo o no, el "Cronista Volcánico" acudió en su rescate, arremetiendo contra los que pagaron su parcela de tendido a 40 grados Celsius con ilusión mientras él estaría degustándose al aire acondicionado de sus cursiladas. Al cronista se le unieron, ¡oh, sorpresa!, el "Consagrado Fotógrafo", también procedente de alto abolengo en su oficio y el "Liberalio Oportunista", los dos ahondando en las acometidas contra los aficionados. Luego vendrían más y más figurantes que sueñan con llegar algún día a ser secundarios (si supieran de John Cazale...). Todos perfectamente orquestados en su ir y venir sobre los difuntos animales, contra los críticos, lamiéndose y relamiéndose las pupas que pudieran hacerse al desgarrar la carne, y, sobre todo, protegiéndose. A sí mismos y a otra cosa; a eso que Antonio Lorca ha llamado "secuestrador de toreros". Se vituperaba el trapío de los novillos en Madrid y se eludía cualquier mención a los toretes desmochados de Huesca y a tantos otros animales a los que se despoja y se ha despojado de su integridad. El foco está dirigido, la lupa, sin lente y la palabra, raptada. Interesa que se hable del "excesivo trapío" de los utreros en Las Ventas (si el toro baja, cómo no va hacerlo el novillo), y no del afeitado o de la indecorosa presentación de los bureles que salen a los ruedos de media España. Para los amihurados personajes de lo taurino esto último no existe, igual que para el periodismo patrio, en general, la conversación entre Trump y Musk tuvo lugar, Reino Unido no está al borde un un conflicto civil y la democracia del 78 está para casarse con ella.

Así, los dos novillos, Tesuguito y Chirrino, que tuvieron la desgracia de estar presentados con toda la integridad de su encaste, minoritario, se van haciendo inolvidables por ser las víctimas de un ataque desmedido e injustificado que está sirviendo para confirmar que existe el denominado como "régimen" o "sistema" taurino, y para sacar a relucir sus maneras gangsteriles, con gacetilleros y retratistas, veteranos y noveles, como sus más leales esbirros. Son éstos últimos la comparsa más necesaria para la subsistencia de la tauromaquia estúpida del descaste y el fraude. Constatamos, pues, que el periodismo, con especial mención para el taurino, es hoy el más vil de los oficios, y que se escribe al dictado de lo que asegure los goces y vigile la suerte del escribiente, algo que merece definirse con otro oxímoron: los informadores desinformativos.

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