sábado, 10 de junio de 2023

Manual básico para protestar en Las Ventas

Hace treinta años, los que caen de golpe tras una faena de Perera y los que tardó la-democracia-que-nos-dimos-entre-todos en quebrarse para seguir igual, el crítico de arte Robert Hughes denunciaba "La cultura de la queja" que paralizaba Estados Unidos por mor de la corrección política o del victimismo de las minorías. Treinta años en los que esa cultura se ha extendido y ha devenido en derecho, el derecho a protestar, y a poder ser uno criminalizado por ello. Todo se puede protestar, de todo se puede uno quejar, incluso sentirse ofendido u ofendidito, salvo de lo políticamente correcto.

Una situación propia, también, del planeta de los toros, en el que la censura sobre las protestas del aficionado venteño durante la lidia es la más viva expresión de la corrección política. Las protestas no se pueden tolerar, pese a ser una minoría, la de los aficionados, la que las profiere, porque lo políticamente correcto es aplaudir el engaño. Cada vez que el aplauso pontifica la simulación, estamos más cerca de la transfiguración de Las Ventas en la Plaza de San Pedro, en la que se aplaude a una pantalla gigante que encuadra el busto parlante del Sumo Pontífice. Una censura que, además, se prevé enardecida por una inquietante corriente liberalia que empieza a campar a sus anchas por los callejones de las plazas de toros con Amones y europeístas, que se contagia desde el lenguaraz micrófono de Federico, y que avanza entre las moderadas columnas de los Bustos y Garrochos. Inconfundible señal, el liberalio, de que el final de la libertad de algo está próximo.

La cosa es que en Las Ventas, única plaza donde aún se protesta, se atiende a una batalla entre aplausos correctos y protestas incorrectas. Por ello, sirvan las siguientes ocho pautas como manual básico para protestar en una tarde con el habitual toro sostenible y bobo y contribuir con ello a despontificar la mentira:

1. Si el trapío del toro es indigno de Madrid, es decir, si antes que un toro de lidia, parece Ferdinand o cualquier bóvido con cuernos de merengue, que dan ganas de llevárselo y ponerlo bajo la tele mientras se reproduce el encierro de Cebada Gago en los sanfermines de 2022: protestar.

2. Si el toro blandea y se muestra inválido, es decir, si su querencia es la de Biden, caerse (¡toros presidencialistas!), y rebozar su hocico, panza y gónadas por la arena del ruedo haciendo surcos, con el riesgo para los de luces de sostenerlo y evitar su desplome: protestar.

3. Si el matador no coloca bien al toro para la suerte de varas, es decir, si aplica una distancia de cortesía como la de los puercoespines de Schopenhauer para no pincharse, en la que burel y equino no se molestan y, por tanto, la pretensión es hacer desconocida la condición del toro: protestar.

4. Si el picador ejecuta mal la suerte de varas, es decir, si mueve el caballo como si estuviera en el país de la Reina Roja de Carrol, sin avanzar porque la tierra se mueve, no va de frente al toro y no cita con la vara en lo alto que, al descender, cayera caída, trasera, feamente o sobre el aire: protestar.

5. Si la lidia se convierte en una capea, es decir, si el toro va de una capa a otra capa como iría una erala de copa en copa en una celebración campera de un divorcio organizada por Luismi el Chatarrero: protestar.

6. Si los banderilleros pasan en falso, clavan a toro pasado, trasero o no reunido, es decir, si cunde la impresión de que su performance con los rehiletes podría ser lo último de Marina Abramović: protestar.

7. Si el torero des-torea, es decir, si se sitúa en Manuel Becerra y cabe una M-30 entre él y el toro, si perfilea en cada envite como el PP de Borja Sémper, si descarga la suerte en reflejo de autoprotección al igual que el Norton reacciona ante cualquier amenaza externa en nuestro ordenador, si entre pase y pase da incesantes pasitos en honor a la movilización permanente de Mao, y da grititos al animal en homenaje a la plaga de shows como Got Talent, La Voz o Tu Cara Me Suena, si se echa el toro para fuera, como quien despide a alguien a quien no desea ver más y remata por arriba, y si aburre a pases al modo de Carlos el Loco de Francia, que apoyaba o cancelaba los edictos según soplara el viento: protestar.

8. Si el torero hace mal la suerte de matar, es decir, si no se ubica entre los pitones para citar, echa la muleta abajo a las pezuñas del animal, hace la cruz y se arroja recto para dejar la espada en lo alto: protestar.

La protesta es lo único que todavía separa a Las Ventas de Alcobendas, que no tiene plaza. Protestemos para pontificar la verdad y demonizar el engaño. Taurinos, créannos que hay ocasión de dejar el gintonic para protestar y no sólo para sujetársela en el aseo, agarrar el paraguas o sostener el vapeador.

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