Entre ese aire funny, salieron seis buendías de La Quinta, muy chicos y guapos, "nobellos", todos cárdenos en variadas variedades que apenas fueron picados y exhibieron flojeza, sosería, boyantía y ni una sola mala idea. Es decir, prácticamente todo lo que no se espera de un toro de lidia. Unos anti-toros. Eso sí, fotogénicos como para ser retratados por otra belleza como Lauren Bacall, que venía hoy en el programa de mano. Con ese comportamiento, los dos primeros tercios en todos ellos pasaron tan rápido como corre Vinicius, aunque con una velocidad tediosa y tan fugaz que era como si por allí no hubiera pasado nada. Así, la corrida duró exactamente dos horas, y eso fue lo primero mejor de hoy.
¿Qué toro es aquél que plantea mayores dificultades y entraña mayor riesgo al tratar de evitar que se caiga que al ser toreado? En las escuelas taurinas deberían practicar con ahínco el levantamiento de capote en carrera hacia atrás: la levantina.
Con estos pseudotoros, lógicamente, sólo se puede desarrollar una pseudotauromaquia. La de Julián de San Blas fue la de siempre en sus dos toros, más jaleada en su primero por esa capacidad suya para sobar y sobar al torito, engañar y hacer ver ahí la soberanía del hombre sobre el súbdito animal. Ya dijimos por aquí que en lo falso, manda El Juli. Cómo sería la actuación de Roca esta tarde como para que ni el público de aluvión le aplaudiera. Toreó con las lejanías propias de un rey exiliado y no dio ningún pase del culito. ¿Cuál es esa distancia límite entre toro y torero que produce la desconexión de absolutamente todo espectador? El zangolotino Alarcón pudo engañar algo con su sosísimo primero, pero con el sexto, el mejor presentado y con un punto de castita, se descubrió su bisoñez en la primera serie y se le vino un mundo encima que no pudo levantar.
Lo otro mejor de hoy fue el segundo par de José Chacón al último de la tarde.
La sensación extraña que teníamos al empezar la tarde se hizo, extrañamente, paloma que caía en picado sobre las gentes del alto del 7 junto al 8. Otras épocas verían ahí algún augurio, pero a nosotros se nos vino a la cabeza un Hitchcock a la española o un desmayo prematuro de la naturaleza ante el arte de Morante del día después. Ya veremos.
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