Cualquiera que pasara por El Batán estos días, vería el encierro de El Parralejo, ganadería escogida para este día de San Isidro y para Perera, Téllez y Fonseca, y no encontraría razones para rechazar alguno de sus toros, pero, hete aquí, que los médicos veterinarios venteños concluyeron que sólo cuatro eran aptos para Madrid. Se tiene la sensación, casi certeza, de que los motivos que les condujeron a esa decisión se conocerán cuando haya libertad política en España o, en castizo, cuando las ranas críen pelo. Dos de José Vázquez remiendan la corrida. En este punto, agradecemos la meticulosidad del equipo de Plaza 1 al parchear con toros del mismo encaste, Juan Pedro Domecq. Una atención al detalle que les fue esquiva el día anterior, al colocar como sobrero en la de Escolar a uno de José Luis Pereda.
Dicho esto, las cabezas y los corazones seguían en los Escolares, en Robleño y en lo vivido ayer. Algunos también comentaban la impresión dejada por el quinceañero Marco Pérez por la mañana. Podíamos intuir que la corrida de hoy tendría dos partes, la de los de José Vázquez, que salieron descastados, y la de los de El Parralejo, muy bien presentados, encastaditos y de variada fuerza, y que, en ambas, gracias a la vuelta del neo-toro, rebrotaría un pesadísimo pegapasismo de dos horas y treinta y siete minutos.
La tarde abre con el detalle antañón de Fonseca regando su capote con un botijo. Los tejemanejes de Simón y Garrido con el ayuntamiento de Almeidón hacen que el confirmante acuda a esta cita crucial en su carrera en un autobús de la EMT. Como ya no hay Berlangas en España para filmar toda la verdad de esto, desde aquí ofrecemos gratuitamente la ocurrencia de que, para el próximo cartel de No Hay Billetes se organice una busiana similar a las del Real Madrid para recibir la llegada de un autobús con los tres matadores y sus cuadrillas en loor de multitudes. Fonseca confirma alternativa con Optimista, de José Vázquez e introduce el caos como principio ordenador de la lidia. Cuatro encuentros con el picador, tres con el de aquí y uno con el de allí, por el tancredismo de su tercero, Tito. Tras el intercambio de trastos y besitos, Fonseca sigue aplicando el caos en forma de insistentes pases al mansote y soso toro, que arrolla por el pitón izquierdo y desarma al torero. Se empecina futilmente en faenar sin orden. Tras el primer aviso, da un pinchazo, una estocada tendida y desprendida y un descabello. Tras los dos avisos, descabella al tercer intento.
Sale Humilde, torito de José Vázquez, y sale Perera de subalterno. Tras un primer picotacito, el toro cae y la atención se eleva del ruedo hacia las conversaciones entre abonados. Igualito que ayer. Ambel lidia con torería y Curro Javier banderillea con suficiencia. La solución de Perera contra el viento es verter agua de una botella de plástico sobre la muleta y ahogar al toro y al público en el pegapasismo del agujero negro de la galaxia NGC 4889, lo más pesado que existe en el universo. La faena es para poner a Perera y al torito encima del televisor y dejarles ahí, como reliquias del neo-toreo. Tras media estocada atravesada y desprendida, y recibir dos avisos, descabella a la sexta.
El primero de El Parralejo, Levítico, (ensabanado capirote mosqueado botinero) recibe una justa ovación de salida. Pelea tímidamente en el caballo, acudiendo siempre al relance. Lo lidia bien Navazo y Aguado pone un gran primer par. Téllez brinda a los micros y desarrolla su labor a voces, enganchones al final del muletazo y descolocado. Por debajo del toro que tenía veinte pases de noble embestida con cierta transmisión. Pincha y mata de un feo bajonazo tras un aviso.
También se recibe con aplausos a Camillero, que se deja dar mucho en un segundo puyazo empujando a media altura. Lidia perfecta de Curro Javier, buen segundo par de Ambel y magnífico Toñete al quite, que cierra al toro sin dar un capotazo. Perera muestra su cantada poderosidad al derribar al toro de un trallazo en el primer lance. Pronto se ve que Camillero es el toro soñado para el neo-toreo, que Perera se afana en aplicar circular y cansinamente. Parte del público, ya lo sabemos, enloquece con ese torero quieto, descargado y descolocado que dirige en paralelo y hacia fuera las embestidas nobles de un animal tan bobo como móvil. Suerte la nuestra, y de Las Ventas, que mata de estocada trasera y atravesada tras 4 pinchazos abajo.
Se aplaude a Marismeño a su salida, muy astifino. En el recibo capotero ya vemos que Téllez no está. El toro es bravo en el caballo y lo derriba en sus dos encuentros. La imagen es añeja, pero con el profiláctico de la posmodernidad que es más seguridad (el peto) a costa de la libertad. Navazo clava un par de gran riesgo cuarteando con el toro cimentado en la arena que pasa casi desapercibido. El toro se para por completo, así que comentamos sobre Téllez y lo que puede suceder para malearse en menos de un año. Esperamos que se percate de que las volteretas que más daño hacen son las que pegan en su cabeza los que le rodean.
El último, Hostelero, también sale entre palmas. Realiza dos buenas peleas en varas. Juan Carlos Rey deja un buen primer par, andándole al toro, y un segundo más pasado. Fonseca se arrodilla en el centro del ruedo y derriba al toro con un pase cambiado por detrás. Se levantan ambos y se repite la historia, sin derribo del animal. Fonseca luce al toro en la larga distancia, pero ni manda, ni templa. El toro tiene casta, pero la fuerza justa, y el torero no halla la altura oportuna. De nuevo, se "pesa" de faena y da unas bernadinas tras el primer aviso, para matar a Hostelero de estocada caída. Seguimos esperando al bravo y joven torero mexicano, y pensando en que su garra pide al Toro.
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