sábado, 18 de junio de 2022

José Tomás

José Tomás del 1997

Cuando entra José Tomás, sale el mundo, al menos el del toro, que es España entera. José Tomás lo ocupa todo y lidia con lo que sólo ocupa Dios y el Madrid: la eternidad. De todos los átomos emitidos el día genital del mundo, chocaron y se depositaron en él los de la historia. Así lo ven los tomasistas que, sabiendo de Sánchez Albornoz, dirían que la historia es la hazaña de José Tomás y que José Tomás es la hazaña de la historia. Jenófanes miró la bóveda del cielo y exclamó: "el Todo es Uno".

José Tomás Román Martín, cuatro nombres para sólo uno: José y Tomás, más de costumbre; Román y Martín, de moda entre vástagos de padres que traicionan su filiación conservadora, se proclaman liberales y acaban rumiando felices alfalfa socialdemócrata. ¿Cuántos Romanes y Martines fueron a ver a José Tomás a Jaén? Numerosos Joseses y Tomases habría seguro entre aquellos que fueron a reventar el tema, porque, a decir del tomasismo conspiranoico, hubo zurritontos que pagaron un sueldo por amargar la magnum opus anual del galapagueño. Lo que con certeza unos y otros sufrieron fue la caló, que en Jaén debe ser con lo que se fríen los dos pares de huevos de Linares, descubriendo, a la vez, que no hay nada como una Juampedradita para enfriarse el ánimo en época de un Gobierno que hace de la sauna, factor de gobernabilidad. Así, José Tomás entró, pero la cosa no salió.

"¡Que vuelva José Tomás!"

El español, muy de vueltas, revueltas y acostumbrado a la carioca que le hace el poder, se desvive por sentenciar lo que es este hombre, leyenda o mito, para algunos, pero sin una Pantoja para que llore España tras la guadaña, pues Cantora se vende y Sálvame se hunde. José Tomás es un otoño detenido en San Miguel. Es la huida del tiempo vestido de purísima actualidad y oro, con canas bajo la montera. Como Fausto (el de Goethe, no el de Marlowe), se ve indigno de la vida si no la reconquista a diario, es perseguidor de un destino interminable. Es un cuerpo recorrido por varias sangres y con el alma por fuera sacada a cornadas, tantas, que ya no pesa; vuela, levita, se transfigura. Es el recuerdo hacia el que antes se escapa del tedio de cada tarde venteña, de quien uno primero se acuerda para liberarse del mal que se ve. Es donde se refugia la memoria que migra desde la vulgaridad imperante. Es el bastión de la añoranza frente al destoreo reinante. Contradice a Federico el Grande y es el que actúa sin que sus asuntos dependan en dos terceras partes de la Fortuna, pues lo entrega todo a ella. Es la hamartia griega y el héroe para la catarsis del pueblo español huérfano de héroes, que se compadece de su maldita caída y con el que purga su insignificancia. Debía ser el Antoñete de mi generación y es hoy el torero más famoso, que ha hecho un culto del gato por liebre y que da de comer, con dos tardes al año, a todos los reventas de la piel de toro. Fue la Verdad y resucitó el Toreo en el trienio crepuscular del siglo XX, junto a una tarde del año 8 del XXI. Y ya. Es un hombre que ahora sólo pelea consigo mismo, como cualquier otro. Y es lo que no ha podido ser: un torero para la historia.

Por José Tomás, nos aferramos a Téllez como un clavo ardiendo.

domingo, 12 de junio de 2022

El día de 3 Puyazos y el puyazo de Réhabi

Réhabi, picador de toros.

Con el sol clavado en todo lo alto a nuestra espalda, subimos por la A-1 en un diésel cargado aún con resaca del pedal a Régimen de este San Isidro y la ilusión de no ver lo mismo, que es lo de siempre. Salida 34 a 34 grados Celsius, gloria y dolor de verano, que ahora es una sucesión alarmante de olas de calor proclamada por meteorólogos (ya advierte Sloterdijk que es la meteorología y no la creatividad la que ha llegado al poder). Un botellín y enfilamos la cuesta que reposa en una callecita encapada que está de Feria, la del Aficionado. Una charanga rebosa con música el aire, ya lleno de una gente que hace manifiesta su diferencia con la masa que habrá por Jaén hasta en la manera de vestirse. Contrariamente a lo que se cree, Pastoureau dice que las personas que intentan no llamar la atención con su ropa son más numerosas que las que sí. La calle es una fiesta y franceses, segovianos, alcarreños o valencianos comen y se dan la mano, estrechando su afición. Hasta las siete de la tarde cabe un paseo por el borde de San Agustín del Guadalix que, como el final de todo pueblo, es signo de la difícil reconciliación del español con su tierra. Sentados ante un altar en una rotonda a la Virgen de Navalazarza, a la que figuramos se habrán acogido los actuantes, un extremeño del lugar con mascota sentencia que Sánchez Vara es tan fijo en San Agustín como el cuartel de la Guardia Civil. Dejando atrás el camposanto, vemos ante lo más sagrado para el Régimen, la taquilla, al bravo Isaac Fonseca adquiriendo su entrada. "En este festejo todo el mundo ha pagado su entrada", reza un folio y la afición.

Con el sol de nuevo a la espalda, entramos y comienza la tarde. Sobre el ruedo se mantendrán indelebles hasta el final los hierros de las dos ganaderías, Peñajara y Prieto de la Cal, y no así la cal de otras rayas que serán varias veces delineadas. El picador parece que ha de moverse en una portería tumbada que Rosco definirá en cierto momento como el "córner". Un hombre con cartel anuncia al toro, por un lado, y al picador y a su caballo, por el otro. Nunca tuvo tanto sentido que ese hombre girara sobre sí. En el callejón no hay Amones, Calamaros, ni Abellanes pues no hay media para captar toda su afición. Sale el primero y ahí está "Javi", o el hombre que cazó a Cazarrata. Doblan las campanas de la iglesia cuando entra a matar y pensamos en Hemingway. ¿Por quién doblan las campanas? Por el arte español contemporáneo, ciego a esta belleza. El reloj avanza y gira y gira alrededor del tercio de varas, que dura más que el último tercio. Vara, Castaño y Sánchez honran al nombre de los organizadores, 3 Puyazos, y lucen a sus toros ante los varilargueros, que se lucen más o menos. El segundo, de Peñajara, pone a volar las tablas de un burladero, que vuelven a su sitio gracias a un toro mecánico (el neo-toro, si fuera eléctrico). El albahío tercero es devuelto en medio de una bronca fuera de sitio. Algunos confunden la "Feria del Aficionado" con la del "Enterado" y protestan como si sus posaderas ocuparan su asiento en Las Ventas. El tercero bis muere por un estoconazo de Imanol Sánchez. Al salir el encastado y colorado cuarto, bien picado por Navarrete y arrastrado en vuelta al ruedo, uno de los enteraos rompe su entrada y abandona la plaza. Castaño se daña la mano izquierda al inicio de su muleteo con el quinto y se fuerza a una faena con la derecha en la que enseña su temple, gusto y buen entendimiento con el animal. Con la luna subiendo por la derecha y el sol cayendo a nuestra izquierda, irrumpen el castaño sexto y el picador francés, Gabin Réhabi. Entonces nos levanta del asiento lo que nunca habíamos visto, lo que se nos birla muchas tardes, la verdadera suerte de varas: un hombre toreando a caballo con una pica en la mano y agarrando un puyazo en todo lo alto a un toro citado y venido desde una gran distancia. Sólo eso vale la entrada que despedazó aquel. Luego vienen otros tres puyazos más, con la vara cayendo más y más trasera. Al terminar el honrado Sánchez con otra buena estocada y llevarse al toro las mulillas sin trallazos, salen a saludar el picador y luego su caballo, mientras se lo agradecemos a 3 Puyazos.

Eran casi las diez y media de la noche cuando bajamos la cuesta hacia el diésel, que saldría con menos combustible, pero cargado con aficionados satisfechos que se acordaban de aquel que rompió su entrada, se fue en el cuarto y no vio a Réhabi.

jueves, 9 de junio de 2022

San Isidro 2022: la escisión entre afición y Régimen

El Régimen


Un año antes del principio de la capitulación de Occidente, Lipset y Rokkan publican en 1967 su teoría de los clivajes, anglicismo que dejaremos para los Errejones y su voz engolada, o teoría de las fracturas, y que se resume en que hay varios elementos como la clase social, la cultura o la religión, que dividen la sociedad en dos bandos. Pues bien, desde Trump queda sobradamente expuesto que la sociedad se parte como el Mar Rojo en dos: élite y pueblo. Una escisión fielmente exhibida en la Feria de San Isidro de 2022, ya sin mascarilla, en la que esos dos bandos, representados en la afición y el Régimen taurino, se han reunido, pero sólo para dividirse aún más.

Durante un mes, la afición hace con su vida un Marie Kondo -para los zoomers-, un Tetris -para los millenials-, o un Tangram -para los boomers-, a fin de sentarse tarde tras tarde en su asiento numerado junto a quien también ha pagado por el suyo para esperar el milagro. Mientras, el Régimen espera regalar asientos a C.A.F.R.E.S. (Culos de Alta Frecuencia de Renovación Elegidos por Simón), que no piensan en números, pues desconocen eso del precio de una entrada, y cuya vida diaria durante un mes no orbita alrededor de las 7 de la tarde, sino que gira en torno a la socialización de su "taurinismo" flasheando sus cabezas sobre las tablas, hasta que el amago de salto de un burel saca su lado menos bueno.

Más allá del hábito y esa nonada de pagar o no pagar, las palmas son otro elemento que afianza la fractura entre afición y Régimen, si bien es cierto que todo españolito es muy de aplaudir, a ver si le cae algo entre palmada y palmada. Así, la oligarquía de partidos acostumbró a muchos a aplaudir a diario a las 8 de la tarde, y el Régimen taurino hace lo propio sobre la misma hora con esa masa ("de repente, todo se llena de hombres", Canetti) que acostumbra a aplaudir todo lo que el torero hace, ovacionar toda bernadina sin pecado concebida, palmotear el alzamiento por los monos del penco acorazado, aclamar a Florito and The Berrendos, o jalear la alcayata que hace el matador para recoger el trasto arrebatado por el toro. La afición, en ese aire rebosante de palmadas iguales, se atreve a diferenciarse, no aplaudirlo todo e, incluso, protestar. "¡Plas! ¡Plas! ¡Plas!" Una secuencia repetida de tres palmadas seguidas de un brevísimo silencio, que podríamos decir que es la música que no suena en Las Ventas. Un staccato que puntea sobre la voz de los Muñozes y Amones, y que les duele porque con ese ruido no pueden oírse, con lo bien que hablan: "¡silencio, que no se ve!".

Lo que sí se ve y se oye es la palabra, que desde el nazismo sabemos que no es inocente y que también separa a afición y Régimen. Chantal Delsol afirma que el discurso es la principal diferencia entre los populistas, que hablan con crudeza, y los partidos clásicos, que hablan con lítotes y han adoptado la neolengua de la élite. El aficionado de San Isidro, del "7", es un populista maleducado que osa protestar lo que está mal hecho, que se atreve a no tragar con los inválidos, y que se queja en pancartas graffiteadas sin el regusto a barbitúrico y a meñique empinado de Barceló. Ese aficionado reventador es, según el adalid del porno, Rubén Amón, "lenguaraz, faltón", dice "a los toreros donde tienen que ponerse, se subleva a la autoridad presidencial", "revienta el pathos e intimida a los toreros de oro y de plata", "forma una turba inquisitorial", y "sabotea el espectáculo". Así es como pinta a la afición el Régimen, que utiliza contra ella el mismo discurso crudo que de ella censura, a la vez que impone su neolengua atenuante y correctísima, capaz de transformar un pase vulgar en un bisturí que deja una huella en el tiempo, o un bajonazo en un estoconazo. Es la llegada de lo políticamente correcto a la tauromaquia, con la que el Régimen logra que a fuerza de no poder decir nada, se acabe por no pensar nada. O lo que es peor, que se confunda la verdad con la mentira.

Pero lo que verdaderamente ensancha la brecha entre afición y Régimen es una idea. Se abre un abismo entre la concepción de una y otro sobre la tauromaquia y su devenir. Anacronismo frente a sostenibilidad, tradición frente a monetización. Para la afición, el futuro de los toros pasa por el Toro y por su pasado, por lo que ha sido, es y debe seguir siendo: un animal fiero que da miedo, que mata y que hace que enfrente sólo pueda estar un puñado de hombres que paran, mandan, templan, cargan la suerte y matan al animal. La afición vive y se desvive por conservar la tradición, entendida esta como la definió Jean Palette Cazajus en Salmonetes, como la "ilusión de vencer o parar el tiempo". Así, la afición es una ilusa que espera. El Régimen, al contrario y como las élites, no espera, sino que programa. Sobre el futuro de la tauromaquia tiene una idea con Agenda, como la de 2030, cuyo objetivo es lograr un espectáculo taurómaco sostenible económicamente en el que el toro es también sostenible porque no tiene valor. Se busca la sostenibilidad, que pasa por sostener la Fiesta a base de gintonics, público servil, plumas flabelíferas, juventud bolinga y voceros mediáticos, hasta, finalmente y de forma progresista, sustituir al toro por un holograma. El Régimen es a la Tauromaquia lo que la Agenda 2030 a Occidente, una muerte programada. Chocan así dos ideas sobre los toros que, como casi todo en este capitalismo tardío, se materializan en colas (virtuales o no): la afición hace cola para asistir al apartado, mientras el Régimen promueve colas de púberes abotellonados que entran a la plaza a la vez que sale cargado el camión del carnicero.

De forma similar a lo que dijo Bernard Shaw al diablo por boca de un Don Juan histórico, podemos decir del Régimen y sus lacayos que son unos petardos. No son malos, sino que no distinguen el bien del mal. No son modernos, sólo se mueven a la moda. No son éticos, sino correctos. No buscan el progreso, sino un toro mecánico (hacia lo robótico) y sostenible. No son justos, sólo ansían la igualdad. No son siquiera avaros, pues ya tienen lo que quieren. Y son toreros porque se visten como tales.

Afición y Régimen, dos mundos que se reúnen para dividirse en Las Ventas. Una plaza que refleja la escisión social de España, que es la del mundo. Tengo dudas de que el Toreo sea capaz de reconciliar a los dos bandos, pues premiar a Téllez (quien mejor ha Toreado, junto al novillero Martínez) hiede a treta para encumbrar a Rufo, torero del televisoro Ribagorda y del Régimen, y dejar al de Mora condenado a levantar una y otra vez la Copa Chenel (y gracias a que existe).

¿Sueña el toro con caballos de picar robóticos bajo la cubierta sostenible de Las Ventas?

La Verdad

Tercer encierro de San Fermín 2025. Un toro bastardo

El destino de estos toros que debutaban hoy, esto es, para lo que los ha criado Álvaro Núñez , para lo que la Casa de Misericord...