sábado, 30 de octubre de 2021

Ureña y la verdad

Ureña y la sonrisa que dejó Murciano


Ahora que sólo la mentira es verdad, que el pelo de verdad puede ser falso y que en verdad, ninguno queremos ser calvos, lo que de verdad queremos son héroes. Dicen que los toreros son héroes. Falso. Los toreros son cada vez menos toreros y más deportistas. Pero hay hoy un torero que de verdad, podría ser un héroe.

En su pergeño, Ureña es algo estevado, el rostro oprimido hacia el centro, como extremeñado, monocular y cosido a cornadas, de finura frágil sin afectación y los miembros elásticos.

Cuando Ureña estuvo con Agitador, no estuve, pero fue para que hubiera estado enfrente una de las figuritas de mazapán. Luego, en el Otoño del 15, lloró tras Torear de verdad a Murciano que, en el arrastre y con las orejas puestas, dejó en la arena un surco con forma de sonrisa. La misma que Ureña había dejado en la afición y que no borraron ni los areneros. Al mayo siguiente, la lluvia y su labor frente a Ojibello hicieron emerger la sonrisa otra vez, y quedamos empapados y rendidos al murciano. Ya le habíamos visto Torear y llorar dos veces.

Un año después, una tromba de casta, Pastelero, el último Vitorino, secó el llorar de Ureña. Y así estuvo el torero un tiempo en el límite del bien y del mal frente a toretes más bobos y lisarnasios como Cuba. Hasta que avino la penúltima del último San Isidro normal, cuando dejando al Rey de convidado enRocado, y ya con un solo ojo y una paliza en el cuerpo, Toreó a Empanado y lo mató. Por fin, no pudo hacer otra cosa que triunfar con Gruñidor en la tierra de Blas de Lezo en agosto del 19.

La historia de Ureña no es ni de valor, ni de habilidad, ni de gracia. Ayala ilustraba cada una de estas cualidades con los toreros de entonces: Belmonte es el que goza fama de más valiente; Joselito es, sin disputa, el torero más habilidoso; el Gallo, fue el favorito de numeroso público, que en él veía la quintaesencia de la gracia gitana. Pues bien, Ureña no es el más valiente, aun sin estar desamparado de valor, ni mucho menos es el más diestro, y digamos que es sobrio en el trance de la gracia. Entonces, ¿dónde queda Ureña, su historia? Queda en la búsqueda de la verdad. Y uno, que desearía haber nacido antes sólo para ver a Chenel triunfando en esa búsqueda, cree que es sólo así como puede hacerse alguien héroe de Madrid.

Ureña buscando la verdad con Ojibello


Porque lo propio de Ureña es justo aquello que es impropio: la verdad, que no se puede poseer aunque sepamos que existe. Es un héroe buscando la verdad en los tiempos en que, según Del Sol, la verdad ya está encontrada y se ha convertido en una ideología que "designa las verdades iluminadas, que todos a partir de entonces deben aceptar como tales".

La verdad de que la verdad es el progreso. La verdad de ahora se vive mejor que nunca. La verdad del cambio climático y del clima masculino culpable. La verdad de que hay pluralismo en la socialdemocracia. La verdad de la bondad del Estado y lo perverso de la nación. La verdad de que la Constitución que nosdimosentretodos es la mejor de nuestra historia. La verdad de que España es una democracia. La verdad de que estamos mejor dentro de la Unión Europea. La verdad de que cualquiera puede colocarse sin padrino o partido socialdemócrata que lo coloque. O la verdad de que no se puede uno quedar colocado si quiere ligar y la mentira de la emoción del cruzarse y cargar la suerte.

Ureña, en cambio, se pregunta. Como los clásicos, busca la verdad a través de un debate sin fin sobre colocaciones, cruces y geometría. Es el torero que más infatigablemente se cuestiona y el que más evidente lo hace. "Unos saben lo que hacen y otros hacen lo que saben", sentenció Lagartijo. Ureña no sabe engañar y eso es lo que hace, no mentir. Es el torero transparente, ahora que se transparenta hasta la muerte haciéndose finos dígitos. Exhibe todas sus cualidades y vergüenzas frente al toro, en pos de la verdad. Es, en resolución, un héroe romántico, pues porta la moral del Fausto de Goethe para el que, según Santayana, el valor de la vida radica en la persecución y no en el logro del fin perseguido.

Sobre la búsqueda de la verdad, Dombrovsky dramatizaba así el encuentro entre Pilato, relativista, y Jesús:
- Pero, ¿qué es la verdad?
- Es la que viene del cielo.

Ureña no cuestiona a la verdad, como Pilato, sino que la busca. Pero, ¿qué verdad busca Ureña? La del mechón blanco, la bravura arrinconada y el campeador sin espada. Esto es, la del toreo profundo que, según Brines, sólo se consigue si el temple se hace cargando la suerte. Y que Ureña ha conseguido en ocasiones. Pero Ureña lidia en una época en que se afirma la verdad como progreso, es decir, el destoreo o neotoreo en lo de los tauricidas, y por eso es despreciado por el régimen.

Ahora que James Bond se empodera yendo de paquete en una moto, Ureña aparece como nuestro Tom Doniphon, un héroe abofeteado por la verdad que él mismo nos hace ver que es falsa. Somos una mentira y Ureña está por la verdad. Tan verdad, como que Francisco es Paco, y Paco es Ureña.

sábado, 16 de octubre de 2021

8 conclusiones del Otoño de la COVID

La guerra de lo ligero contra lo pesado


1. La ligereza es la tendencia dominante en el espíritu taurino actual.

La ecología (evitar el derroche de lavar el traje en el tinte aplicando la distancia de un edmundobal al toro) y la salud (1,5 metros, bozales y programa en QR para no propagar el virus de la integridad que "hace desagradable ver toros en Madrid") obligan a unos toros "contactless". Se es pesado con ser ligero. Sólo está permitido el contacto del toro flojo contra la pendiente amorantada o el necesario para pagar combinados y Mahous. Frente a lo pesado de torear, lo ligero del destoreo. Prima el no-contacto. "¡Hay que picar!", dicen algunos, sabiendo, o no, como dijo Leopardi, que cuanto más se repite una cosa, más cerca está de su desaparición. Las Ventas han sido aligeradas contra la COVID, y cargadas contra la afición.

2. La piedra venteña se asoma entre menos cuerpos de vejigas llenas.

La voz megafónica del Gran Hermano venteño, recordando el uso correcto de la mascarilla, olvidaba recordar a los porteros la aplicación correcta del Reglamento, quienes, amansados quizá por el confinamiento, facilitaban la entrada y salida de público bolinga durante la lidia. Sólo les faltó aplaudir la vuelta del beodo con su vejiga vacía como los ministros aclamaron la llegada de Sánchez con su ego lleno de deuda europea. Con esta mansedumbre porteril, y con el aforo reducido, se ha trasladado la libertad-para-beber ayusiana a Las Ventas, bajo la forma de una liberación plácida de la orina etílica, y en unos tendidos liberados de chinos, pero con más etílicos.

3. La primacía de los toros telecomunicados sobre los reales supone la igualación de Madrid y Mocejón.

El infierno de lo igual que es Internet, según el nuevo filósofo predilecto de El País, Chul-Han, conlleva una des-valoración de lo que acontece. La sobreexposición mediática del toro y del toreo produce un superávit de opiniones que, como la nieve, lo iguala todo. El valor de una faena ya no está en sí misma, sino en su repercusión telecomunicada. Cuando hay más opiniones que espectadores en la plaza, gana lo igual y se pierde el valor. Por suerte y desgracia, todos tenemos un culo. Vale lo mismo un triunfo en Mocejón, que en Madrid; en Linares, con piano, que en Sevilla, sin música. Y cuando todo se iguala, todo vale nada. Porque los toros sólo pesan en el ruedo, mientras que flotan en la pantalla del móvil. Y es que los toros ya sólo se ven, y no en la plaza, sino en Twitter. Aunque algunos sigamos creyendo en eso de: "el que va, lo ve, y el que no, no lo ve". Madrid ya importa nada o, si lo hace, es sólo para Madrid. Que se lo digan a Ureña y se lo vayan diciendo a De Justo.

4. Los novilleros son burócratas de la neo-tauromaquia.

Zapopinas, caleserinas, tijerillas, verónicas, tapatías, toda una riqueza léxica y taurómaca reducida a aquello más eficaz en producir el "¡bieeeeen!" que emerge tras las tablas. En las escuelas, los novilleros aprenden a ser eficaces en dar por verdad la mentira. Gato por liebre. Y no cabe el error, pues la mentira lo ocupa todo. Antes, los novilleros se asemejaban a un Vinicius bisoño y errático, y ahora no salen del Lucas Vázquez funcionaril y cumplidor según los designios de su mánager. Los novilleros ya no están en novilleros, sino en el Ponce de Enrique y Ana, con la edad de Soria, sin el tinte de Ponce. La primacía del consumo de los toros como imágenes que reproducen las formas neo- del toreo, conlleva la burocratización de la tauromaquia desde su base según la reglas del des-: descolocación, descarga y deshonestidad.

5. La servidumbre al poder del españolito resuena en el aplauso amoral a todo lo que hace el torero.

El coronavirus ha enseñado la auténtica enfermedad del pueblo español: su servilismo. La satisfacción del espíritu setentayochista pasa por aplaudir al poder, ya se llame Almeida o Juli (dos retacos, como Napoleón, con quien empezó la legitimidad por aclamación), y por colaborar en silenciar su crítica. Grandes colaboradores en esto son los callejoneros o amones, aquellos que, de gañote en el callejón, insultan al que paga y se expresa libremente. Del aplauso de las 20:00 a los sanitarios pasamos al aplauso puntual al acabar una serie con un martinete y el de pecho. El españolito es muy de aplaudir, a ver si entre palmada y palmada le cae algo. Así, hay una preferencia mayoritaria por formar parte del público servil a los dictados de la oligarquía taurina frente a la odisea de pertenecer al páramo de la afición.

6. Las Ventas será el Kapital del toreo.

De las figurillas deslabazadas de la Corrida de toros en Eibar del joven Zuloaga, a la masa indiferenciada de jóvenes en la terraza del 7. Del labriego que ronda a varias muchachas asomadas al balcón, al becario de Deloitte aginebrao que ronda Las Ventas buscando balcones a los que asomarse. Del caballo de picar caído con las tripas fuera mientras uno empina el codo con un botijo, al toro sin picar caído con la lengua fuera mientras muchos codean por ese botijo multicultural llamado chupito. De los toros de la edad de bronce a los toros del régimen del 78. No hace falta que declaren o no a Las Ventas como "espacio multiusos". La declaración de Las Ventas como espacio "únicamente taurino" la convertirá en la mejor discoteca de Madrid. Cuando un cubata vale tanto o más que muchas entradas, el negocio no está en el toro.

7. El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la tauromaquia se basa en un toro sostenible.

De oligarquía a oligarquía, el régimen taurino y el régimen partitocrático comparten la fórmula para recuperarse de la pandemia: sostenibilidad. Si el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana dispone de su Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada, el Vice-Ministro-Aficionado (V.M.A) de la Administración taurina ofrece toros de acuerdo a esos principios. Se pretende un toro de movilidad segura ("que no repone", es decir, sin casta), sostenible (que pueda ser sostenido de caerse por la vulgar pericia de un burócrata del toreo) y conectada (que permita a un torero quieto, descargado, en línea, y que bernadea al final, conectar con el sustrato paleosimbólico alcoholizado del vulgo). ¿Hemos visto algún toro con casta en el Otoño de la COVID? Puede que Casero. Del lenguaje cursi, a los toros cursis y al relato cursi. Cursi is the new normal, que diría un cursi.

8. Las Ventas cambian por el cambio en su afición, no en su público de aluvión.

Repito lo que Leo lleva repitiendo más de 10 años: "¡esto parece Alcobendas, que no tiene plaza!". Chinos con maletas, hindúes sin vacas, hillbillies de La Mancha, rednecks del Eresma, madrileños de Morante, sevillanos de El Juli, parientes de López Simón, desconocedores de Urdiales, trajeados de Azca, casuales de El Capote, todos, como desbrujulados hipermnemónicos, que diría Debray, o coleccionistas de acontecimientos, que diría Leo, pasando por la piedra de Las Ventas. Pero en ellos no está el cambio, porque ellos siempre cambian. El cambio de Madrid, que ya no es Madrid, está en su afición. El cambio se viene produciendo desde que lo más pesado de la plaza de la plaza más pesada se entrega a lo más ligero del neo-toreo. A uno, que lleva en el mismo asiento desde muy pequeño, le sorprende ver cómo la plaza que se entregó a El Cid, se arroja en tromba al neo-toreo de Ginés Marín. Cómo se llevaban las manos a la cabeza para sujetar el escape del recuerdo de lo visto que, al ser ligero, se escapa por todas partes. Minutos antes, esas manos pelaban pipas en el 7.

jueves, 7 de octubre de 2021

Pack 2

Funciones externalizadas en la tauromaquia burocratizada

Vivimos en un mundo sincrónico, dice Sloterdijk, y eso los oligarcas taurinos lo toman al pie de la letra haciendo coincidir Otoño y Abril en San Miguel. Hasta cierto punto, es de agradecer, pues hemos podido registrar una telecomunicación mágica entre ambas ferias; de manera que, de Madrid a Sevilla ha ido el silencio para el disfrute de Morante sin música, y de Sevilla a Madrid ha venido, sin Simón Casas, el espectador agradable, asido a un gintonic.

Pero Madrid-Sevilla no es sólo un AVE ni es la única telecomunicación de estos días. También hay un tele-conocimiento que torna epidemiólogos en vulcanólogos, y horoscopistas en cronistas taurinos. Morante fue el viernes para algunos un Vulcano del toreo que, en lo tangible, erupcionó cursis. Ante el cursi-toro de Juan Pedro, Morante engendró archipiélagos de moderaditos pretenciosos, Bustos incluido. Pero la sincronía sevi-leña hizo que, al día siguiente, De Justo enfriara en Madrid toda la fragua amorantada y emergiera sólida una pregunta: ¿por qué lo de Morante crea cursilería, mientras que lo de De Justo parece destruirla? La respuesta, como casi siempre, está en el toro: de toros cursis, relatos cursis. A excepción de la cátedra Zabalita, capaz de hacer cursis a Cazarrata y Sánchez Vara.

Juguemos con ello un rato al zabalismo: "Cazarrata era un monstruo del Averno, guardián del último círculo del Inferno. Era el toro de Hades, si hubiera tenido uno. Gris como un humo infernal que nublaba el valor de todos los que a él se ofrecían, ya fueran hombres o caballos. Allá iban los banderilleros a clavarle rehiletes negros como rayos de Zeus, pero salían súbitamente despedidos al amparo de las tablas salvadoras. Los pitones medusianos de Cazarrata atraían, cuales sirenas, capotes para sí. Y en estas, saltó Sánchez Vara. Un Hércules alcarreño en traje de luces, dispuesto a librarnos del monstruo. Su pequeñez física no le impidió agigantarse frente a la bestia. Todo por bajo, macheteo estratosférico como si su dios padre condujera la mano. Uno, otro, otro más, hercúleo. Esquivando cornadas como si Hermes estuviera en sus zapatillas. El toro vencido, la faena hecha. Pero quedaba el golpe final. Y nuestro héroe de la miel y el espliego, cazó al fiero animal con la artúrica espada, clavada hasta la mitad bajo el lomo de Cazarrata para siempre. Esperemos que ningún Arturo arranque esa espada de donde Sánchez Vara la clavó".

Qué fortuna no ser suscriptor Premium de nada.

Pero más allá del trasvase de silencios y cursí-foras entre Madrid y Sevilla, durante este Pack 2 han aflorado hasta lo más hondo dos tendencias.

La primera: la espectacularización de la tauromaquia. Debord ya vislumbró en el 68 que vivimos en una sociedad del espectáculo, entendido este como una relación social entre las personas mediatizada por las imágenes. Y esto, en lo de los cuernos, se traduce en que hoy se habla sobre imágenes de toros, no sobre toros, y no se habla en los toros, sino en Twitter. Lo que media entre los de los "me está gustando El Juli... ¡Palos a mí!" y los del "¡Hay que picar!" no son toros, sino toros espectacularizados en los que surge la realidad de los toros. Además, esta espectacularización conlleva que la tauromaquia encuentre en la vista su sentido privilegiado. Los toros ya solo se ven. ¡Son tobeos! Antes, los toros se olían en el humo del puro en la almohadilla; se oían en el mandarse callar al citar El Cid en largo; se tocaban en las marcas que deja el ladrillo de la terraza en el brazo; se veían con los prismáticos ciegos de Leo; y se gustaban en el escalofrío del otro, el de tu lado, que era la Plaza hablando. Ahora, prima la imagen, y sólo lo que aparece es bueno, y sólo lo bueno es lo que aparece. Y lo que más aparece es lo que más comparece: el mal.

Así, la segunda tendencia constatada en este Pack 2, y derivada de la primera, es la burocratización del arte y oficio de torear. Porque si convenimos en que lo que se consume no son toros, sino imágenes de toros, la imagen más reproducida será la más consumida. Y esta imagen es la que dictan algoritmos y agendas mediáticas, Zabalas y CRVs, y Simones y Julianes, que se guían por su propio interés sin interés en la ética de todo esto. Y, a más reproducciones, más estandarización, hasta conseguir la burocratización de la tauromaquia por la espectacularización. Reproducción o muerte. Que se lo digan a Ureña.

El viernes 1, 2 de los 3 novilleros, Fermín y Olmos, tramitaron su actuación como si de un procedimiento administrativo común simplificado se tratara, sin concurrir siquiera razones de interés público o de falta de complejidad. Ordenaron su quehacer sobre los principios de celeridad, concentración de trámites y contradicción. ¿Cómo pueden estar en octubre siendo mayos? ¿Cómo pueden ser novilleros y estar en Ponce con Ana? Son criaturas de la tauromaquia burocratizada, en la que no cabe la suerte en las suertes, acaecidas ya como trámites: el trámite de picar, el de banderillear, y el de matar. En esa tauromaquia, por tanto, todo es esperable. Todo es tan predecible como que Leo pida la vuelta de los Lozano, como que toda faena se concluya con bernadinas, o como que el PSOE enchufe al economista Carmona para que le salgan las cuentas de una luz que el vulgo, sin rechistarse, solo conoce por las velas que enciende para ver, no para rezar. En estas, fue un Adame, el tercero (pero primero en ganas de volver a ver), quien revocó el procedimiento resuelto por sus compañeros de terna y nos dio esperanza.

Pero si la novillería está burocratizada, más aún lo están las figuras, o a causa de ellas, con Julián de San Blas a la cabeza. Le llaman el Jordan del toreo, pero es más bien un Weber de ética cuestionable y espíritu del alcayatismo. Julián es el creador del régimen burocrático de dominio técnico-racional sobre el toro implementando las tres normas del des-: deshonestidad, descarga y descolocación. Que a ese Poeta garcigrandino no le cortara el sábado los apéndices, debía cortar su coleta. Ahora bien, puede ser que en el fracaso sabatino juliano influyera el ara juliana erigida sobre un pilar de la andanada del 9. Y ojalá que así sea y poder peregrinar a la zona de los señores Márquez y Rodríguez a venerar ese pilar como el Fátima de la afición cuando el domingo Julián vuelva a fallar.

Y en todo esto, salta Ferrera, un Iván Redondo de la julimaquia, por ese afán renovador de plantar una especie de I+D+i (la "i" es para el gran portugués, Ferreira) sobre la tauromaquia burocratizada, del mismo modo que se planta pelo sobre la calva. Gaticos acostados sobre frentes arrugás que no pueden dejarse de mirar, como la obra ferreriana. La renovación a través del espectáculo. Renovarse o ser calvo. Ya decía Schopenhauer que el cambio es lo único inmutable. Como el pelo plantado.

Y dicen algunos de la cátedra roscosa del siete bajo, con las caras tan colorás no de elogios, sino de insultos recibidos, que Madrid ha cambiado tras la pandemia. Pero sin virus y sin "comunismo y libertad", Leo lo pregonó hace lo menos ya 10 años: "¡esto parece Alcobendas, que no tiene plaza!". Y lo cierto es que Madrid hace años que no es Madrid, y eso no ha cambiado. En cambio, sí han cambiado muchos de los tafanarios montados sobre la piedra que se eleva donde se pica, vueltos regordíos de tanto comer pipas durante la lidia y de no quemar lípidos protestando. En el 7 hay piperos, en el 2 solo Amorós y, en las manos, un gintonic sin programa.

Madrid ya importa poco o nada. De Justo quedará como Ureña, injustamente fuera del espectáculo.

En Madrid, bendito su silencio. Y en Sevilla, bendito su público agradable, con Simón.

Tercer encierro de San Fermín 2025. Un toro bastardo

El destino de estos toros que debutaban hoy, esto es, para lo que los ha criado Álvaro Núñez , para lo que la Casa de Misericord...