sábado, 29 de abril de 2023

El niño en la Puerta del Príncipe de Morante

Morante cortaba un rabo en Sevilla y abril se hacía julio. Una caló tumultuosa le aupaba, bajo el cielo del Guadalquivir, a él y a cincuenta y dos años de peso; y emergía, aún más por encima, un niño. Aviado como vestiría con cincuenta y dos años para ir a un mitin de Moreno Bonilla, pero un niño. A toro pasado, para algunos, lo sobresaliente es que el muchacho no graba con su móvil lo vivido, hundiendo a los búmeres en la nostalgia de su infancia sin brechas digitales. Para el que escribe, ese niño es una fiel representación del aficionado.
Todo está lleno de hombres, pero el niño, exento de la masa, observa y disfruta, en solitario, de lo histórico. ¿Cuántas veces hemos estado solos dentro de la muchedumbre?
Lo observa absorto y elevado, desde arriba, cerca de lo cenital y lejos de las cursíforas de Zabalita, pues sólo desde las alturas es posible rozar, de vez en cuando, lo real. ¿Cuántas veces nos han dicho: "¡Baja tú!"?
Aparece en lo alto, como un atlante de la Puerta del Príncipe, embelesado en una meditación muscular. Su mano agarra la piedra y su brazo resbala aferrándose a la columna, al pilar que sostiene lo reservado para el triunfo. Una postura en la que parece no sólo soportarse, sino también soportar la gravedad de ese pilar y aliviar así su carga. Comparte el peso del éxito, como un Cristóforo de la tauromaquia. ¿Cuántas veces hemos tenido que soportar el cargante tedio para descargarnos con el triunfo?
El rabo cortado por Morante llevó a ese niño a las alturas de esa columna y aupó con él toda la ilusión de los aficionados. La afición es ese niño ilusionado, más grande que Atlas, que soporta para disfrutar. Subía Morante y la tarde caía en la esperanza. ¿Cuántas veces hemos ido a la plaza con la ilusión de que un buen día podría ser?

domingo, 23 de abril de 2023

Vinicius Jr

Lo que hoy somos como españolitos, en potencia y en acción, está en Vinicius Jr. En lo que hace y en lo que se le dice y hace. Él es la a-létheia de nuestra Españeta. Un espejo. Por él, nos comprendemos como energúmenos, que siempre lo fuimos, laicos, desde el afrancesamiento, y serviles, por ideologización estatal.

Vinicius juega como un rayo que no cesa; fulgentemente recto, cae sobre el costado del rival, y el rival queda roto de blanco. Un rayo voraz, de piernas carnívoras sobre la yerba, que lleva el balón hacia delante como llega la luz a la sombra. Como todo relámpago, con naturaleza de cazador de defensas guarecidas en guadañas y de engendrador zangolotino de ofensivas. En fin, una descarga eléctrica que anuncia la inminencia de la tormenta: "y va el Madrid".

Y es que el relampagueo de Vinicius devuelve al fútbol a lo religioso tradicional, a aquello que nos religa con lo trascendente, con lo inexplicable, con el allende. Retornamos a una fe inocente y aniñada como la de la pequeña Borgen en Ordet de Dreyer. Nos lleva a creer en que hará lo que nadie hace, lo que algunos pocos hicieron y lo que ni somos capaces de imaginar. Mientras, todo el sistema-fútbol está religado con el poder del aquende (los clubes son estatales, autonómicos y locales), que ha hecho del tikitaka lo futbolísticamente correcto y se viene secularizando con ídolos de barro como Pedri. Ya Coleridge se lamentaba de que sólo lo visible es digno de fe, ¡y qué hay más visible que la agresividad de Gavi! ¿Cómo no creer en esa catártica violencia y cómo sí creer en el dolor de Vinicius si las voces de los televisoros nos insisten en que es fingido? Periodistas, ex-futbolistas hechos comentaristas y rouristas promueven la exclusión futbolística y social de Vinicius con un desprecio expandido desde la cocorota que encabeza la radio liberal, pasando por el pito flácido de los árbitros, y calando hasta los roncos corazones de antimadridistas travestidos de lealtades futbolísticas locales. Todos, energúmenos, laicos y serviles, desprecian a Vinicius. Si en política "¡populista!" es un insulto que esconde el desprecio de nuestras demogrescas al pluralismo, todo insulto a Vinicius es una repulsa fruto de la aversión a lo diferente y, en este caso, genial. Esto se vio en su excepcional partido frente al Varsa de Javi en la vuelta de Copa, que nos despertó del sueño sorayo de una Cataluña sanada y sacudió toda la vileza banalizada de esa comunidad imaginada.

En este fútbol mediatizado por la religión secular socialdemócrata cunde el tedio. Pasa lo mismo en los toros. Dos páramos culturales en los que algunos pocos aficionados deambulan esperando el milagro. Téllez lo hizo en Las Ventas y Vinicius lo hace en la Champions. Son dos clavos ardiendo a los que nos asimos. Para Ruiz-Quintano la única y última agarradera al fútbol es Vinicius. A ver si le dejan seguir siendo ese rayo que no cesa.

Tercer encierro de San Fermín 2025. Un toro bastardo

El destino de estos toros que debutaban hoy, esto es, para lo que los ha criado Álvaro Núñez , para lo que la Casa de Misericord...