jueves, 14 de agosto de 2025

Morante y Zabala


Zabala de la Serna
parece ser el ungido por Morante de La Puebla para hacer de su cuento un nuevo "Juan Belmonte, matador de toros" de Chaves Nogales. Íbamos por Gallito, pero no tiene un libro así. Las cositas de Joselito contadas como las de El Pasmo, y Morante cerrando la trinidad.

Tras recibir la cornada del gordito en Pontevedra y la compañía del crítico en esas últimas 48 horas, plasmadas en un publirreportaje que, no lo negaremos, subía el nivel del diario El Mundo hasta las cotas más altas del ¡Hola! del franquismo, Juanma Lamet fue claro: "Nuestro Belmonte ya tiene a su Chaves Nogales". ¡Já! Quién si no iba a certificarlo, con lo que aprende uno en el callejón de Las Ventas. Incluso la mismísima Ana Pastor, santificada verificadora de verdades y posverdades, descendió de su atmosférico elitismo y alabó el texto zabalesco. Y ahí sigo, intentando comprender qué quiere decir que una progre de las más progres, sin duda, de las más progrerosas, de las charos más chárez, la que, con casi toda certeza, representaría a España en un Mundial Femenino Woke, se arroje públicamente a ensalzar una mediocre composición escrita de un periodista taurino, de la derechona búmer y sobre un tema taurino: sobre Morante de La Puebla.

¿Acaso Morante trae el Konsenso Setentayochesco a los toros? ¿La Gran Coalición empieza por él? ¿Por qué? ¿Quizá es otra estatalización de una expresión puramente popular: Morante, torero, héroe del pueblo, debe hacerse héroe del Estado? ¿Lo veremos entrevistado en La Sexta Noche y en El Hormiguero? ¿Quiere el torero hacerse hito estatal, amplificar su figura a través de los voceros del 78, ser el españolejo más conocido de un régimen caduco, y matando animales? ¿Dónde ha quedado su admiración por Trevijano? ¿Quiere poner a un toreo decadente en la portada de una España decadente? ¿Sueña con ser el alma y el rostro de Ex-paña?

No lo sé, pero es meridiano que la loa de Pastor y, sobre todo, la designación de Zabala como escritor de cámara, de quien más dice es de Morante y no de Zabala.

Morante elige al crítico más famoso en una época donde nadie los lee. Designa al Óscar Puente del taurinismo. A quien otrora le llamaba "Tunante de La Puebla" y ahora es su mayor grupie. Escoge, necesita escoger, a alguien con esa carga de culpa que lo haga tan previsible como el animal al que se enfrenta. Opta por la facilidad editorial, como se inclina en el ruedo por la comodidad en el toro. Conoce bien al pueblo y sus gustos (el morantero como paradigma del españolejo estatalizado) y selecciona a quien lo satisfizará. A quien enrede en metáforas y cursíforas la claridad de su toreo, erupcione sus verónicas, hunda en lava sus pies para encender sus puros en lo profundo de la fragua de Vulcano, rompa sus desplantes en infinitos proyectiles magmáticos, escupa sus naturales en fogonazos pirotécnicos, haga de esta, su época más gravemente ligera, o ligeramente grave, la más ininteligible, que lo críptico aproxima la leyenda, al que vista con oraciones gramaticalmente imposibles, erradas, su cuerpo aéreo, sus lances de nicotina y sus estocadas como abreacciones, en fin, a quien sea tan hipócrita como para lanzarse a la imposible empresa de traducir a palabras el cacareado arte del "mejor torero de la historia", y del "mayor intérprete vivo", porque la historia, para que realmente se realice, hay que escribirla.

El artista quiere su libro (un "Juan Belmonte"), su antagonista (Roca: neotoreo versus clasicismo) y su historia (como farsa o, un paso más allá: como marketing). A veces pienso en que la tauromaquia terminará por Morante de La Puebla, que se merecería como biógrafo a alguien como Anónimo.

Morante y Zabala

Zabala de la Serna parece ser el ungido por Morante de La Puebla para hacer de su cuento un nuevo " Juan Belmonte , matad...